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martes, 1 de marzo de 2016

LA OTRA CARA DEL BULLYING

Todos sabemos qué es el Bullying. Si no lo sabes, existen una barbaridad de artículos e información al respecto y, por tanto, te animo a informarte de forma totalmente objetiva antes de que leas mi escrito.

El objetivo de este post no es centrarme en los aspectos teóricos, señales, signos, síntomas y consecuencias, sino de otros aspectos que quizás no se tienen tanto en cuenta, o quizás sí, pero no se habla demasiado de ellos, y considero que son la base de este fenómeno social.



Da la sensación de que el Bullying es "solo" el acoso físico o psicológico que realizan los niños en el contexto escolar hacia sus compañeros, pero desde mi punto de vista, va mucho más allá… La pregunta es: ¿Qué está pasando?

Si nos damos cuenta, no nos enteramos realmente que sucede hasta que aparece alguna noticia que nos impacta (Noticias casos Bullying España en 2016: Alan / Diego). Y eso, es realmente penoso.

El Bullying no se enseña en las escuelas, se enseña en casa. Sin embargo, prevenirlo no sólo está en manos de padres, tutores y educadores, sino de nuestra sociedad en general.

Por mi parte, yo veo muchas brechas que hay que tener en cuenta para empezar a actuar:
  • La importancia de la familia¿Qué le pasa a la víctima para terminar siendo víctima? ¿Qué le pasa al agresor para terminar siendo agresor? La familia tiene que estar atenta a las necesidades de su hijo.  Cuando una persona es acosadora es porque le faltan unas necesidades que no le son cubiertas, cuando una persona es víctima es también porque tiene falta de unas necesidades que tampoco le son cubiertas. Cuando hablamos de necesidades, podemos estar hablando de: cariño, escucha, atención, ayuda… Los padres son los formadores de las generaciones del futuro, un niño no se desarrolla solo, sino que aprende de los que se encuentran a su alrededor. Seamos el mejor ejemplo para ellos y transmitamos confianza, porque cuando hay confianza paterno-filial, el/la niñ@ es capaz de expresar lo que siente, lo que ha vivido o lo que ha visto con mayor facilidad.

  • Pecamos de falta de valores: los valores se fomentan donde se encuentran los pilares fundamentales de la educación de los niños: en casa. Si los padres en lugar de transmitir valores sanos a sus hijos, dicen que: “si te pegan tu devuelves”, "eso le pasa por ser un malcriado", "a los niños mano dura¿Estamos educando en positivo? La familia ha de saber transmitir que en el mundo nadie es igual, cada uno es diferente, por lo que los niños y niñas de otra raza, con otro acento, con diferente aspecto, con diferente identidad o incluso con diferentes padres, no dejan de ser personas.

  • Demasiados espectadores: Igual tu hijo, hermano, sobrino, nieto, etc. no es ni un agresor, ni una víctima, pero entonces puede ser un espectador. Y es que solemos pensar en la víctima, en el agresor, pero… y los demás compañeros, ¿Qué hacen? Uno de los objetivos más abandonados es enseñar a los niños a identificar también los problemas que ocurren en la escuela. Saber ver cuando es una broma y cuando es faltar al respeto, cuando es jugar y cuando es molestar. Al igual que saber alertar cuando un compañero agrede o es agredido, porque ser espectador es también formar parte del acoso.

  • El peligro del contexto neutro: vemos a l@s niñ@s entrar por la puerta de la escuela y ver como salen, pero, ¿Qué hace mi hij@ cuando está dentro? La escuela es un terreno en el que los padres no se encuentran, por lo que, es importante insitistir en la toma de contacto con los padres: reuniones,  mesas redondas o talleres para obtener más feedback. Fomentar recursos para concienciar mediante juegos de igualdad, civismo, respeto y comunicación entre compañeros. Y sobretodo asegurar el anonimato porque, al final, todos ven pero nadie sabe. 

Muchos diréis: "sí sí, sabemos el qué, pero no sabemos el cómo hacerlo". El Bullying es un problema de todos, y tenemos que poner nuestro granito de arena como padres, madres, maestr@s, prim@s, tí@s, herman@s, amig@s, etc. El objetivo: interesarse, educar en positivo, enseñar alternativas de conducta, empatía, expresión de emociones y ESCUCHAR. Nadie dijo que fuera fácil, pero puede estar ocurriendo ahora mismo en la escuela de tu pueblo y tú sin enterarte.

Enlace noticia Bullying en España: "1 de cada 10 alumnos asegura que ha sufrido acoso escolar"
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lunes, 14 de septiembre de 2015

"NO SIN MI MAMÁ": Trastorno de ansiedad por separación

De forma instintiva sabemos que sin nuestros cuidadores no podemos desenvolvernos en el mundo. Es por ello que el miedo a la separación es un miedo básico durante la infancia, y que se mantiene hasta los 6 años. Los miedos nos ayudan a sobrevivir, forman parte de nuestra supervivencia como especie, ya que nos previenen de posibles peligros que atenten contra nuestra vida.

Sin embargo, cuando este miedo tiene una duración desmesurada y se transforma en ansiedad es importante atender a la forma en la que se presenta y, en la medida de lo posible, consultar con un profesional de la psicología, tal y como hablamos en el artículo "NIÑOS CON ANSIEDAD".


¿Qué tipo de signos y síntomas pueden aparecer?

  • Malestar recurrente ante la separación real o anticipada con respecto a las figuras significativas. Es decir, aquellas con las que el niño o niña tiene un fuerte vinculo emocional (padres, tios, abuelos, etc.)
  • Preocupación excesiva por que a esas personas tan importantes para el/la niño/a les suceda algo malo y que no puedan volver a estar juntos.
  • Resistencia ante la posibilidad de situaciones que impliquen separación (pataletas, lloros, gritos, huidas, etc.).
  • Pesadillas sobre separaciones, abandonos, pérdidas, etc.
  • El niño suele decir que tiene mareos, dolor de estomago, nauseas, etc.

Ante la presencia de estas situaciones o la aparición de un malestar que esta afectando gravemente la vida del niño y con ello su rendimiento escolar y sus relaciones sociales; por ello es importante, como bien se ha mencionado anteriormente, contactar con un profesional de la psicología para descartar otro tipo de causas ajenas u otro tipo de trastorno (fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, etc).

La ansiedad por separación suele aparecer en épocas de escolaridad, por el echo de que es un periodo de tiempo en el que el niño se encuentra fuera de casa. No obstante, también puede aparecer al irse de viaje, de excursión o a casa de un amigo.


¿Qué puede fomentar la aparición de este trastorno de ansiedad?

  • Estilo sobreprotector de los padres.
  • No permitir autonomía al niño a la hora de realizar actividades.
  • Relacionarse pocas veces con otras personas.
  • Predisposiciones fisiológicas (sudoración, rubor, temblores, etc.)
  • Presencia de trastorno de ansiedad, depresión mayor o trastorno de pánico en uno o ambos padres.
  • Aparición de suceso estresante (fallecimiento de familiar, separación de padres, fallecimiento de mascota, enfermedad del niño o de algún familiar, mudanza, cambio de escuela…).

Es importante fomentar una buena comunicación con el niño, cuanta más confianza haya entre padres e hijos es más probable que el niño exprese aquello que siente.


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jueves, 12 de marzo de 2015

"EL PROFE ME TIENE MANÍA": El efecto Pigmalión en la escuela

Supongamos que nos encontramos en una aula. En la parte izquierda se encuentran los alumnos que sacan mejores notas, y en la derecha están los que fracasan en varias asignaturas. Es un día de examen, el profesor tiene la cabeza agachada, y de pronto oye murmuros. Sin saber quien ha sido, ¿hacia qué parte de la clase creéis que se dirigirá? 

Con mayor probabilidad, el profesor se dirigirá llamando la atención a la parte derecha de la clase, puesto que ha interiorizado que son los “más problemáticos”. ¿Podría haber sido un alumno de la parte izquierda? Por supuesto. ¿Por qué sucede esto?


Seguro que alguna vez habéis oído esta expresión: “el profesor me tiene manía”. ¿Es la interpretación externa del alumno a unos hechos, o es posible que el profesor tenga un trato diferencial hacia los alumnos?

El efecto Pigmalión sucede cuando las expectativas que tiene una persona sobre otra influyen en el comportamiento de ésta última. Éste efecto se explica mucho mejor a raíz de un curioso experimento social realizado por Rosenthal y Jacobson. Se realizó de la siguiente forma: al principio de curso, el profesor recibió una lista de alumnos indicándole que, tras un test de inteligencia, esos alumnos tenían grandes dotes y podían destacar sobre el resto. Al finalizar el curso, los niños que fueron escritos en la lista obtuvieron mejores resultados. Lo que el profesor no sabia era que los alumnos de esa lista habían sido seleccionados completamente al azar. Entonces, ¿por qué sus resultados eran mejores que los demás? (Podéis ver el vídeo-documental <<AQUÍ>>)

La respuesta se encuentra en la gran influencia y poder de las expectativas. Es decir, si el profesor cree que es mal alumno, se centrará en sus errores, mientras que si cree que es buen alumno, se centrará en sus logros. En el caso del experimento, el profesor, tras creer que a esos niños se les podía sacar mucho más, se encargó de que así fuera. ¿Cómo? Si el profesor cree que de un alumno va a sacar provecho, le dejará una mayor participación en el aula, le perdonará más errores, le explicará más detalladamente los conceptos, etc. De este modo, y aunque el profesor no se da cuenta, está fomentando una mayor capacidad de aprendizaje en el alumno, confirmándose así su regla de que éste tiene buenas capacidades. Ésto se llama la profecía autocumplida, que es como el pez que se muerde la cola.


¿Cómo se forjan estas expectativas? Pues a través de nuestra interpretación de lo que observamos, de lo que vivimos, de experiencias pasadas, de la influencia de personas externas, o de la actitud o comportamientos de esa persona. Pero el efecto Pigmalión va mucho más allá, puesto que el profesor no es realmente consiente de cómo sus expectativas están influyendo en el alumno. Y sin embargo, es común que en estos casos el alumno se haga este tipo de preguntas:
  • “¿Porqué a él le ha dejado entregar el trabajo unos días más tarde y a mi no?”
  • “¿Porqué si él se equivoca le da otra oportunidad y a mi no?”
  • "¿Porqué si él habla no le grita y a mi sí?"
  • "¿Porqué en ocasiones ni me pregunta si he hecho el deber?”
  • "¿Porqué si le digo que no lo entiendo a mi no me lo explica?"
Cuando somos pequeños, las expectativas y la confianza que tienen sobre nosotros las personas pilar como el profesor o nuestros padres, son el feedback clave para crear nuestras propias expectativas sobre nosotros mismos, es decir, nuestro autoconcepto y nuestro rol en diversas situaciones. Por ejemplo, cuando a un niño en muchos lugares y durante mucho tiempo se le tacha de “mal alumno”, al final interiorizará dicho rol, de modo que aprenderá que su papel es ese, y habrá ciertas cosas que no podrá hacer. Sin dejar de obviar que dentro de las propias aulas siempre se forman grupos inconscientes. Quien no recuerda al típico contestón o problemático, al vago, al xarlatán, al sabelotodo, al tímido, al extrovertido, etc. ¿Como se forma esto? Lo formamos entre todos, a través de nuestras expectativas.

De modo que, me gustaría recalcar la importancia de fomentar en la escuela un trato igualitario, para que las expectativas que los niños desarrollen de si mismos sean saludables. Ya que, aunque en el experimento, el profesor llegó a explotar las capacidades de los alumnos de la lista, también obvió las capacidades que podían tener el resto de alumnos. 

Asimismo, creo que es verdaderamente importante que cualquier maestro o profesor sea capaz de mantener la mente abierta y valorar sus alumnos de forma objetiva, sin juicios, ni pre-expectativas, puesto que pueden influir tanto positivamente como negativamente en su autoconcepto académico, es decir, en que él crea o no que puede hacer bien sus labores de la escuela.

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

QUÉ HACER PARA QUE HAGA LOS DEBERES



“No quiero hacer los deberes”, “ahora no, quiero jugar”, “pero ¿para qué tengo que hacerlos?” “no me gusta hacerlos, qué rollo”… Si tienes hijos es posible que alguna vez hayas escuchado estas frases cuando es la hora de que hagan los deberes de la escuela. Suele parecerles una situación aburrida, por lo que a muchos les cuesta  hacer los ejercicios.


En este post os planteo 8 aspectos a tener en cuenta para que el/la niño/a haga los deberes.

  1. Organización: acordad una hora para hacer los deberes. Que a ser posible todos los días sea a la misma hora ya que de esa forma el niño aprende que cuando llega esa hora hay que hacerlos. Para que se acuerde, haced juntos con colores y pegatinas una lista, un calendario o una agenda de la semana y colgarla en la habitación o en la zona de estudio, así le será mucho más facil visualizar lo que tiene que hacer durante el día y no olvidarse de los deberes. Además ésto le ayudará también a ser más responsable.
  2. Fuera distracciones: el espacio donde se van a realizar los deberes tiene que estar fuera de distracciones como son juguetes, televisión, música, consolas, ordenadores. Si el espacio tiene estos objetos, es importante guardarlos o apagarlos cuando vaya a hacer la faena, puesto que su atención y concentración en la tarea se verán disminuidas. Si se encierra en la habitación dile que cuando termine lo enseñe, para ver lo bien que lo ha hecho y así asegurarte de que los ha completado con éxito.
  3. Que comprenda: en ocasiones los niños no hacen los deberes porque no llegan a comprender lo que tienen que hacer. Dile que antes de empezar a hacer un ejercicio es importante saber qué es lo que nos pide. Primer paso, leer el enunciado, segundo paso, comprender lo que nos está pidiendo que hagamos, y tercer paso, empezar a hacerlo desde el principio.
  4. ¿Para qué hacerlos?: muchas veces los niños no hacen los deberes porque no saben lo que implica hacerlos o no hacerlos. Explicale que hacer los deberes le ayudará a poder entender las cosas y poder hacerlas él el día de mañana. Si el niño es muy pequeño no le expliques que es para poder trabajar el día de mañana puesto que eso es a largo plazo. Dile que dar esos pequeños pasos haciendo los deberes bien supondrá obtener buenas notas y un gran paso, que será pasar de curso junto a sus compañeros.
  5. Participa: participa con él ayudándolo a hacer los deberes. Que él también te vea interesada/o e implicado/a en su trabajo. Intenta que lo haga solo sin tú hacer parte de su trabajo para que pueda resolverlo por sí mismo/a. Sé accesible y atento/a a cualquier duda, que no se sienta solo y que sepa que tiene a alguien a quien preguntarle. Si te pide ayuda enseñale cómo se hace con otro ejemplo. El objetivo es que sepa comunicar lo que no entiende y que tenga autonomía para hacerlo por sí mismo, de modo que no dependa de que otro se lo realice.
  6. Hazlo un juego: hacer que los deberes sean algo divertido no es fácil, pero podéis hacer una competición amistosa a ver quien lo hace mejor o más rápido. Ve haciéndolo a la par que él, no ve más lento/a para que no se sienta ansioso ni con presión. Indícale la importancia de hacerlo bien.
  7. Motívale: mientras lo haga dile que es todo un campeón o una campeona por hacer los deberes. Exprésale lo contento/a que estás porque los haga. Al terminar un ejercicio, antes de que haga otro, revísalo y si lo ha hecho todo correcto, dile lo fabuloso que se le ha quedado y lo bien que lo está haciendo. Estas pequeñas palabras alentadoras hacen que el niño tenga muchos más ánimos para seguir haciéndolos.
  8. Prémiale/a: en lugar de castigarle porque no haga los deberes, prémiale cuando los haga. La conducta se rige por la recompensa, pero hay que hacerlo bien. Es decir, no le digas que el premio es ver los dibujos animados y le apagues la tele mientras los estaba viendo. El premio tiene que ser algo simple, un pequeño detalle del día a día que al niño le guste y le llame la atención. A veces surgen ocasiones que se pueden aprovechar como premio motivador, por ejemplo una excursión.  Evitar los regalos materiales como los juguetes, ya que se pueden volver una costumbre y al final el niño los desvaloriza. Cuando obtenga su premio, recalcale en cómo y porqué lo ha conseguido.
Cada niño/a es un mundo, atiende a esas cosas que a tu hijo/a, nieto/a, sobrino/a o hermanito/a le determinan a la hora de hacer los deberes. Ante todo motivar es un aspecto muy importante.



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