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martes, 1 de noviembre de 2016

COMPLEJOS DE AUTOESTIMA: Gigantes, enanos y fantasmas

A estas alturas quizás estás cansado de leer post sobre autoestima, porque la verdad los hay para parar un carro. La verdad es que solo con poner “autoestima” en Google te puede aparecer una buena definición de ello. 

Ya vimos en el artículo “10 BENEFICIOS DE QUERERSE A UNO MISMO” la cantidad de aspectos que nos aporta el apreciarnos y valorarnos a nosotros mismos, y además vimos en “10 PASOS PARA QUERERTE MÁS” cómo cambiando pequeños aspectos de tu vida y tomando ciertas decisiones puedes emprender el camino al amor propio.

Es por ello que no me voy a detener a explicar el concepto de “autoestima”, aunque aún existan personas que crean que quererse a uno mismo es sinónimo de soberbia o egocentrismo, por ello es importante saber diferenciar una alta autoestima de una sana autoestima.


Hoy os traigo algunos de los complejos de autoestima más frecuentes que nos podemos encontrar: ¿En alguna ocasión te has sentido identificado/a con alguno?
  • El gigante de papel: es aquella persona que siente que está por encima de los demás y que además cree que es su obligación estarlo para que no se le suban a la chepa. Se siente un gigante, capaz de convencer a cualquiera con su don de gentes. A ojos de los demás, es el rey del mambo, parece tan duro como una barra de hierro, pero en realidad es tan frágil como el papel, ya que detrás de esa coraza tiene miedo a sufrir y no acepta que las cosas realmente le afectan más de lo que piensa.
  • El enano de piedra: persona que siente que todo lo que hace nunca es suficiente, a primera vista parece tan frágil como el papel de seda, pero realmente tiene mucho por dar y es tan duro como la piedra. Ha vivido tantas duras experiencias que se siente insignificante, un enano que continuamente se compara con los gigantes, adorándolos como dioses a los que admirar o incluso complacer.
  • El fantasma sin invisibilidad: es aquella persona que pasa desapercibida en cualquier situación, su comunicación no verbal (gestos, forma de hablar, ropa, postura, etc.) da a entender: “no me tengas en cuenta”. Sin embargo, le gustaría que se fijaran mucho más en él/ella. Suena contradictorio, ¿verdad? El fantasma no da los previos pasos por miedo a lo que puedan pensar de él, se siente como si no existiera, que su información no cuenta, pero lo que no sabe es que es él mismo quien contribuye a alejarse y se cohíbe a participar de los echos.
Nosotros no nos sentimos enanos, gigantes o fantasmas porque sí. La sociedad está continuamente inclinándonos a través de la publicidad hacia estereotipos de personas “ideales”: personas fuertes y decididas a las que, a pesar de las calamidades siguen adelante como si nada, y esto provoca que nos comparamos mucho más con los demás: “mira que cuerpo que tiene esa”, “mira qué bien que habla ese”, “que facilidad que tiene para hacer amigos”, “qué envidia, si es que todo parece que le sale bien”, “no sé cómo lo hace pero tiene a todos a sus pies”, “tiene trabajo y yo no”, “tiene amigos y yo no”, “tiene pareja y yo no”… Pero hay que tener criterio propio y pensar que auto-criticándose uno mismo lo único que se consigue es tirarse piedras y echar por tierra todas sus virtudes.

¿Y si todo el tiempo que dedicamos a compararnos con otras personas lo dedicásemos a mejorar la forma en la que actuamos, pensamos e interpretamos las cosas?

¿Y si buscásemos oportunidades en lugar de fracasos?

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miércoles, 13 de enero de 2016

5 PASOS PARA UNA TERAPIA EXITOSA

Son muchas las personas que acuden a consulta esperando del psicólogo una solución universal y mágica para su vida. Y no les culpo, llevan mucho tiempo aguantando una problemática y quieren una solución única para sus desgracias y su situación desesperada. Pero la realidad es bien distinta.

La verdad es que siempre les digo a mis pacientes en la primera cita: “ENHORABUENA”, ya que sin darse cuenta han dado el mayor paso de su vida: acudir a terapia. No es sencillo dar el paso, ya que no se conoce al terapeuta, muchos no saben en qué consiste la terapia, y, en cierto modo, les da reparo ir a un lugar que no conocen.




Este cartel de arriba es lo que muchas personas querrían leer. Pero, lo siento, no existe. A cualquiera le gustaría acudir a una sesión de terapia psicológica y encontrar la solución que tanto se desea. Pero la realidad no es esta. La terapia psicológica tiene mucha dedicación. Es por ello que la persona no entra por la puerta y sale de esa primera sesión con la vida solucionada. ¡Ojala fuese tan fácil! Ojala tuviésemos los profesionales de la psicología la capacidad de chasquear los dedos y solucionar la vida de una persona, pero no es posible. Así que si ves ese cartel, no te dejes embaucar.

Así que te voy a desvelar los 5 pasos para una verdadera TERAPIA EXITOSA:
  • Colaboración: se necesita que la persona colabore con el profesional: que le aporte los datos necesarios para conocer lo máximo posible de su situación, y así poder ayudarle, además de que el paciente preste atención a lo que se dice durante las sesiones.
  • Puesta en práctica: Durante las sesiones de terapia se realizan puestas en práctica, o como siempre digo, un entrenamiento para la vida, para SU vida. Es por ello que en la terapia psicológica la persona es un agente completamente activo, es decir, la persona no recibe una poción mágica que al bebérsela se le “curan” todos los males, sino que tiene que poner de su parte para practicar durante su vida cotidiana todo lo que se acuerda en la terapia.
  • Asistencia a las sesiones: la asistencia a las citas es muy importante, puesto que el mantener un regular contacto con el terapeuta le permitirá recibir un buen feedback de lo que uno está haciendo, también para saber cuáles son las dificultades que está encontrando en el proceso, si se quiere centrar en otro ámbito o aspecto de su vida, saber el balance de la semana, obtener nuevas pautas y, ante todo, ver los progresos de uno mismo.
  • Buena relación terapéutica: Es importante la sinceridad y la confianza entre paciente y terapeuta. No siempre se encuentra al terapeuta adecuado a tu situación o personalidad, si quieres saber más sobre ello lo hablé en otro post (VER: “Cómo saber si es tu terapeuta”).
  • Compromiso al cambio: la persona tiene que tener una actitud predispuesta al cambio. La mayoría de las veces se acude a terapia porque se sabe lo que se quiere cambiar en su vida, pero no sabe cómo. En terapia se trabaja eso: el CÓMO conseguirlo. Pero, para ello antes hay que tener VOLUNTAD para cambiar ciertos aspectos de su vida.

Como se ve, la mayoría de estos aspectos recaen sobre el paciente, es por ello que si estos no se cumplen, no se hace un buen aprovechamiento de las sesiones. Sé que para la mayoría de personas no está la terapia como primera opción para solucionar sus problemas, y es por ello que cuando deciden ir a terapia el problema ya se ha agravado o extendido a otras áreas de su vida, y por lo tanto, la terapia puede resultar mucho más larga.

Sé que acudir a terapia no es como ir al dentista que entras con una caries y sales con un empaste, es decir, no ves los resultados inmediatos. Pero es porque la terapia psicológica actúa sobre aspectos que la mayoría de ocasiones no son tangibles, pero que afectan directamente a nuestro bienestar.

Los psicólogos no podemos coger las riendas de tu vida, ya que primero porque no es nuestra responsabilidad, y segundo porque tú eres quien tiene que aprender a hacer frente a las situaciones que suceden en tu vida, aprender a ser fuerte, a decir "SÍ PUEDO", "NO QUIERO" y "YO DECIDO".

Artículos relacionados: ¿TU PRIMERA SESIÓN EN TERAPIA?

¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! Todo lo que digo en el post esta basado en mi experiencia profesional. ¿Te gustaría opinar sobre ello? Déjamelo en comentarios :) Puedes seguirme en Twitter: @psicologaribesFacebook: "Psicóloga Raquel Ribes", o en Google + y estarás al corriente de todas las publicaciones. Para cualquier duda estoy on-line y de forma física en la red de psicólogos en Gandia (Valencia, España). ¡Que tengas un Feliz día! :)

lunes, 23 de noviembre de 2015

CRÍTICA: LA FORMACIÓN DE LOS PSICÓLOGOS

Durante todos los años de mi formación como psicóloga, he podido estar en contacto con otros profesionales de éste ámbito y a su vez, con compañeros de formación. Durante estos dos últimos años de experiencia he podido estar en contacto con muchos pacientes que me han transmitido su descontento hacia los psicólogos que le han atendido.


Desde mi punto de vista, un psicólogo no solo se forma de teoría y práctica, sino de ganas, de sentido común, de pasión hacia lo que hace, de interés, de empatía... Es por ello que en este post me gustaría dar mi opinión sobre la formación de los psicólogos, sus metodologías y sus actitudes frente a los pacientes.

Son 4 los aspectos que me gustaría destacar:

Mantenerse actualizado. Este es un aspecto muy importante. Los psicólogos tenemos la obligación por norma deontológica de mantenernos continuamente actualizados. En pocas palabras, es importante formarse continuamente en diferentes trastornos, metodologías, enfoques, etc. y es que en esta profesión nunca dejas de ser estudiante, de nutrirte de todos los aspectos de la psicología y de todos los enfoques para poder saber qué engranajes tiene la persona que tienes delante, y qué es lo que mejor puede funcionar. A nivel personal, cada paciente que acude a mi consulta lo trabajo de forma individual y única, me vuelco en su caso, investigando cada detalle de su problema, la metodología que podría usar con él, nuevas formas de manejar la situación, etc.

Una “metodología” no lo resuelve todo. Me sorprendo cuando veo como hay profesionales que venden su metodología como un santo grial. “Con la hipnosis dejaras de fumar, dejaras de tener ansiedad, todo, la hipnosis resolverá todos tus problemas”.  No digo que la hipnosis no funcione, de echo hablaré sobre esto con más detalle en otro post, sino que no es una solución "milagrosa", al igual que podría decir de la meditación o mindfulness, o cualquier otra metodología que anuncian a bombo y platillo. Es importante ser humilde y sincero, siendo capaz de derivar en otros profesionales. En ocasiones me llegan comentarios de gente que no le ha funcionado la terapia y esto les hace desconfiar de nuestra profesión. Esto ocurre porque es probable que el terapeuta haya aplicado una técnica que quizás en ese trastorno o situación no es la más adecuada, o quizás es un apoyo pero no la solución. Si existen diferentes metodologías es porque existen diferentes dolencias y diferentes tipos de personas. Es por ello que, es importante fijarse en esa persona que tienes delante ya no solo en su problemática sino en su forma de interactuar con el mundo.


Rigor científica: centrarse en aquello que tiene rigor científica y dejar a un lado las creencias e ideales, es vital para poder realizar un buen tratamiento. En pocas palabras, meter a Dios o la veracidad de “poderes” mágicos en una situación de psicoterapia no es tener un rigor científico. Estamos hablando del psicólogo, no del paciente. El paciente está en su derecho de hablar en terapia de sus creencias y de cómo se siente la respecto. Pero en términos de psicología, estamos hablando de ciencia, no de creencias.

Fuera interferencias: una persona que pretende ayudar a otra tiene que mostrarse abierta a lo que le cuentan, y para ello es importante que no interfiera tu vida con tu profesión. Si crees que puedes transmitir tu malestar al paciente, tómate tu tiempo para reflexionar sobre ello. Tal y como dije en el artículo de: "Que sea psicólogo/a no significa que..." los psicólogos no dejamos de ser personas y podemos tener altibajos, problemas o malestar, si no te encuentras preparado para hacer frente a la solicitud de ayuda de otras personas, ya que te encuentras inmerso en tus problemas o has pasado por una situación difícil, entonces es el momento de desconectar. La consulta tiene que ser un espacio cómodo y seguro para el paciente, y el psicólogo tiene que encargarse de crear un buen clima.

Sé que quizás no tengo la suficiente experiencia como para opinar sobre ciertas metodologías y situaciones pero si a día de hoy continúan surgiendo este tipo de situaciones, psicólogos que hablan de Dios en procesos psicológicos, pacientes a los que no les ha funcionado... Y entonces es cuando yo me pregunto: ¿Son los profesionales los que no derivan a otro profesional o los pacientes que no saben a cuál acudir?

¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha parecido interesante este post? Puedes seguirme en Twitter: @psicologaribesFacebook: "Psicóloga Raquel Ribes", o en Google + y estarás al corriente de todas las actualizaciones. Para cualquier duda estoy on-line y de forma física en la red de psicólogos en Gandia (Valencia, España). ¡Feliz día! :)

viernes, 6 de noviembre de 2015

PSICOLOGÍA VS PSIQUIATRÍA

A día de hoy aún existen personas que confunden la psicología con la psiquiatría y viceversa. Y no les culpo, la verdad es que las películas, los relatos, los mitos y leyendas urbanas nos han hecho mucho daño y han contribuido a una gran confusión, ya no de términos, sino de profesiones.


Entonces, ¿Cuál es la diferencia? En este post lo resumiré de forma breve sin entrar en matices para que se entienda de forma fácil y rápida.

Aunque la profesión de ambos profesionales se destina a la salud mental de las personas cada una se realiza y se destina a una causa diferente:

PSICÓLOGO
PSIQUIATRA
Salud mental
Salud mental
Licenciado en Psicología
Licenciado en Medicina
Problemas emocionales, trastornos de la conducta, trastornos de ansiedad, estado de ánimo, alimenticios, del sueño, etc.
Trastornos mentales graves
Pacientes que no requieren medicación
Pacientes que requieren medicación
Profesional que no receta medicamentos
Profesional que puede recetar medicamentos

Ambos profesionales no tienen la misma formación. Mientras que el psicólogo ha realizado la carrera de Psicología formándose durante 4 o 5 años, el psiquiatra se ha formado en medicina durante 6 años. Posteriormente, el psicólogo se ha especializado en un tipo de tratamiento, especialidad psicológica, metodología o enfoques diversos completando su formación, mientras que el médico se ha especializado en Psiquiatría. 

¿Para qué psicólogos habiendo psiquiatras?

Parece mentira, pero sí, hay personas que se han llegado a plantear esta pregunta. Cada uno es especialista de un tipo de problemáticas, es por ello que no iremos al otorrinolaringólogo si nos duele un diente, ya que para eso está el odontólogo, o tampoco iremos al gastroenterólogo si tenemos un problema en los ojos, ya que para eso está el oftalmólogo, aunque todos ellos se centren en el bienestar físico de las personas, cada uno se encuentra especializado en un tipo de problemática.

De esta forma, ocurre lo mismo en la salud mental, los psicólogos se ocupan del bienestar mental de las personas, menos en aquellos casos en los que el problema es crónico o es un trastorno mental severo que requiera de un control de medicación, en dicho caso, se encargan los psiquiatras.

¿A qué profesional de salud mental tengo que acudir?

Si tienes un problema emocional o de conducta es importante que acudas a un psicólogo cuanto antes mejor. Si tu problema es crónico o más severo y requiere de medicación será el psiquiatra quien se ocupará de tu caso. No obstante, si es la primera vez, siempre puedes consultar con el psicólogo y éste podrá evaluar tu problemática, y si lo considera oportuno, te derivará al profesional más adecuado en psiquiatría para que trabaje con tu caso.

Por ejemplo, no es lo mismo tratar con una persona que tiene una depresión de hace varios meses (la qual sería tratada por un psicólogo) a tratar con una persona con depresión crónica que lleva ya muchos años y necesita de medicación para poder incluso levantarse de la cama.

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martes, 20 de octubre de 2015

QUE SEA PSICÓLOGO/A NO SIGNIFICA QUE...

En este artículo no vas a encontrar una nueva pauta, estrategia o consejo. Es un post mucho más personal, un post en el que quiero hablar del rol del psicólogo “fuera de acción”.

Los psicólogos en nuestro día a día nos exponemos ante muchas personas desconocidas que acuden a nosotros en busca de ayuda. Nosotros, como profesionales que tenemos una siempre actualizable formación en el ámbito y una siempre mejorable experiencia, tenemos que hacer frente a una gran cantidad de mentes, cada una funcionando a un ritmo distinto, cada una de un mundo distinto, con sus previas vivencias, cada una con diferentes pensamientos, cada una…única. Los psicólogos siempre nos ponemos en el lugar del otro, y ahora en este post vamos a dar la vuelta a la tortilla e intentar que los demás entiendan nuestra postura.

Como personas, no vivimos por o para la psicología, aunque ésta forme parte de nuestra vida, sino que es nuestra profesión a la que dedicamos cada día muchas horas con pasión. Es por ello que fuera de nuestro rol como psicólogos no dejamos de ser personas que tienen su vida, sus amigos, familia, pareja, aficiones, etc.

Como profesionales somos responsables de transmitir durante nuestro ejercicio profesional una buena imagen y actitud, dejando a un lado nuestras creencias. No obstante, siempre nos exponemos a las críticas y prejuicios de los demás.


Con esto quiero decir que, el hecho de que sea psicóloga no significa que fuera de consulta las cosas no me lleguen a afectar, que no llore nunca (no soy de hierro), o incluso que nunca tenga conflictos con otras personas, aunque mi profesión me permita conocer otra forma de gestionar los problemas.

Que sea psicóloga no significa que no pueda salir con amigos, que no pueda cantar, bailar, reír hasta que me duela la barriga o incluso tomar alguna copa.

Que sea psicóloga no significa que no pueda pasar por un duelo o la ruptura de la relación con otra persona.

Que sea psicóloga y tenga un servicio de atención psicológica no significa pueda atenderte justo en ese determinado momento, como si se tratase de un super héroe que ha de acudir al rescate cueste lo que cueste. Como en cualquier otro servicio sanitario, existe una lista de citas.

Que sea psicóloga no significa que sea adivina o maga y que por tanto pueda solucionar tu vida en una sesión con un chasquido de dedos, y que además, sin conocerte ni saber de tu historia, pueda darte pautas y estrategias casi “mágicas”.

Que sea psicóloga no significa que en la calle o por las redes sociales, pueda atenderte como si de una sesión de terapia se tratase.

Que sea psicóloga no significa que en mi vida cotidiana no pueda enfadarme o sentir miedo, no soy un robot.

Que sea psicóloga no significa que todo lo que me rodea lo vaya a interpretar como una extensión de la psique de los demás, no todo tiene un significado psicológico.

Que sea psicóloga no significa que en mi vida personal no puedan hacerme fotos cuando estoy en mi tiempo libre, cuando me voy de viaje o cuando me voy a cenar con amigos.

Que sea psicóloga no significa que no pueda ir durante mis vacaciones a tomar el sol con mi biquini, salir a hacer deporte, o incluso, ¡por que no!, disfrazarme.

Que sea psicóloga no significa que deba tener el doble de edad para ser una mejor profesional, los años que uno tiene no lo son todo.

Que sea psicóloga no significa que tenga que estar 24 horas disponible para mis pacientes, como en cualquier servicio, existen unos horarios.

La psicología es nuestra profesión, pero fuera del rol como psicólogos no dejamos de ser personas y tenemos nuestra vida, al igual que tú, el/la que está leyendo esto.


Somos profesionales tolerantes, que no juzgamos a los demás ni por sus comportamientos, ni por sus actitudes, ni por su aspecto, ni por nada… sólo queremos ayudar. Entonces, nosotros también merecemos un respeto, ¿no? Ya no sólo como profesionales, sino como personas humanas que somos. Por desgracia, la psicología aún sigue arrastrando mitos (visita el artículo 'Mito y realidad en la Psicología') que ojalá pronto se disuelvan y podamos ejercer sin esas "etiquetas" sociales.

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lunes, 12 de octubre de 2015

METÁFORA DEL LABERINTO

Cuando tenemos un problema tenemos la sensación como si de repente nos soltaran en un laberinto. 


"¿Cómo he llegado hasta aquí?".

Sabemos lo que queremos: salir de ahí. Pero no sabemos cómo. Cuando estamos así recurrimos a los más cercanos: la pareja, la familia, l@s amig@s, etc.

¿A quien sino? Ellos son los que me conocen bien”.

 Ellos siempre están ahí para animarte, pero cuando el problema es “chungo” y las típicas frases de “tranquilo, ya lo solucionarás”, “saldrás de esta, todo a su tiempo”, “tú no te preocupes” o “alegra esa cara, no es para tanto” y tu piensas:

¿Qué? Para mi es importante, y no es tan sencillo como parece”.

Los más allegados que quieren tu bien siempre van a estar ahí,  sólo intentan ayudarte, pero tampoco saben cómo, y tu sigues ahí en tu laberinto, luchando entre tanta pared y encontrándote a cada paso callejones sin salida. Sientes miedo, miedo de perder a los que te rodean y de perderte a ti mismo/a...

¿Qué hago?”.

Pasan los días, los meses… incluso pueden llegar a pasar años. Ya te has acostumbrado a ese laberinto, ya te conoces las paredes, de echo ya te parecen hasta iguales, aunque no lo sean, y actúas de la misma forma frente a todas.

“Es que ya… es costumbre, es mi día a día… un hábito. Resulta tan frustrante seguir ahí estancado… pero, ¿qué hago?

Es cuando llegas a pensar incluso que tu vida es así, no tiene más remedio, que tú eres así, que te lo mereces, o que ya no se puede hacer nada... Y ves como cada vez te sientes más y más  pequeño/a dentro de ese laberinto… Pero de repente te dicen que un profesional experto en laberintos te puede ayudar a salir de ahí.

¿Qué? ¿Un profesional? No creo que me pueda ayudar, esto ya es así, además, qué me va a decir él que yo no sepa ya de mi laberinto si yo ya me conozco cada palmo de pared



Pero piensas que por probar no se pierde nada, y vas a verlo. Le dices que bueno, que eso es lo que hay, que es tu pan de cada día y que estas hasta los mismísimos y a la expectativa porque ya no sabes qué hacer. Sorprendentemente para ti, el profesional en laberintos no te dice la solución en la primera cita.

¿Por qué? ¿Tan profesional que es y no me sabe decir por dónde he de salir?

Te explica que cada laberinto es un mundo y que poco a poco y a través de tus descripciones puede llegar a conocer el tuyo y darte las pautas oportunas para que salgas de ahí. Pero se necesita de tiempo, no es fácil llegar a conocer tu laberinto ni tampoco llegar a dominarlo.

Pero ufff, entonces, esto no es tan fácil como pensaba, es importante trabajar duro, ser constante y practicar las estrategias. Parecen deberes de niños, pero si eso es lo que tengo que hacer para salir de ese maldito laberinto pues se hace…


Van pasando las semanas, y quieras o no el profesional te va guiando en tu camino y vas viendo tu laberinto mucho más claro, mucho más definido, las paredes ya no son tan estrechas ni tan iguales, y tampoco te aprisionan, pasas por los pasillos sintiendo que sabes lo que haces y sabes a dónde vas, pero lo mejor de todo, sabes cómo hacerlo.

¿Y tu? ¿Te encuentras en un laberinto?

Más metáforas:

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viernes, 25 de septiembre de 2015

DIME CÓMO ES TU MIEDO Y TE DIRÉ SI ES UNA FOBIA

En este artículo podrás diferenciar de forma sencilla si tu miedo es “normal” o por lo contrario supone un problema de ansiedad mayor como el pánico o la fobia. ¿Te animas a continuar leyendo? Piensa en uno de tus miedos…


Podemos tener miedo a muchas cosas. A las alturas, a ciertos animales, a algunos objetos, a ciertas situaciones o personas, etc.

Decimos coloquialmente que tenemos "miedo" cuando sentimos que nos estamos poniendo en peligro con algo que no nos gusta, esa sensación en el estómago como si de repente se encogiera y te da “cosilla”, prefieres evitarlo, aunque si sucediera te pondrías muy nervios@ pero no sentirías que “la situación te supera”.

Cuando hablamos de pánico, fobia u otro trastorno de ansiedad, el miedo es mucho más intenso, de echo hace mella en tu vida y te incapacita ante ciertas situaciones. Además, es un miedo irracional, es decir, en ocasiones sólo con pensarlo, puedes tener casi los mismos síntomas, te puede hacer huir, gritar muy fuerte, sudar, paralizarte, desmayarte, sentir una gran presión en el pecho, taquicardia, etc.  Además, un aspecto muy característico es la excesiva preocupación.

¿Cómo aprendemos a tener miedo?

Los miedos son aprendidos en base a nuestra experiencia (cuando nos ha sucedido algo), por observación (cuando vemos que a alguien le ha pasado) o por historias (cuando nos lo han contado). 

Lo verás mucho más claro con estos ejemplos:
  •  Diana desde que tuvo un accidente de coche, cada vez que sube a uno se pone muy nerviosa, ese nervio no le hace salir corriendo o hiperventilar, pero le hace estar más alerta”. (miedo aprendido por experiencia).
  • Cuando Álex iba por la montaña con sus amigos, a uno de ellos le picó una serpiente. Ahora cada vez que Álex va por el campo o la montaña va muy alerta y se asusta cuando oye un ruido por miedo a que pueda ser una serpiente, pero eso no le impide ir allí”. (miedo aprendido por ver que a alguien le ha pasado - aprendizaje vicario).
  •  “Fátima oyó como su amiga contaba su angustiante experiencia al quedarse dentro de un ascensor que se paró. Ahora cada vez que Fátima tiene que coger un ascensor, se pone nerviosa y algunos días prefiere subir por las escaleras, pero no tiene inconveniente en subir a uno”. (miedo aprendido por escuchar la historia de alguien).
Entonces, ¿cómo se si es miedo o es fobia? En el siguiente cuadro se resume:

MIEDO
FOBIA O TRASTORNO DE ANSIEDAD
Racional
Irracional
Preocupación temporal
Excesiva preocupación
Susto
Terror
Nerviosismo, inquietud, palpitaciones...
Hiperventilación, mareo, desmayo, taquicardia…
Soportable.
Intenso insoportable (necesidad de huida).

De esta forma, podemos decir que mientras que el miedo nos ayuda a sobrevivir, la fobia nos impide vivir.

"¿Pero, si tengo fobia, pánico u otro trastorno de ansiedad tendría que acudir a terapia psicológica?" En el caso de que el malestar ante esa situación, objeto o persona es frecuente y por ello te impide realizar tu vida con normalidad, sí que es recomendable acudir a un psicólogo.

Basándome en los ejemplos anteriores, pongamos que el miedo de Diana a subir en coche termina en fobia, y ella todos los días tiene que desplazarse en coche para ir a trabajar, pero, con tal de no subirse, deja de ir a trabajar y quedar con las amigas. Este sería un caso que sí sería necesaria la terapia. En cambio, en el caso de Álex si él llega a tener fobia a las serpientes, pero sólo acude al campo algunos veranos y la probabilidad de serpientes es baja, a Álex su fobia no le está entorpeciendo su vida y, por tanto, no sería necesitaría una terapia. A no ser que Álex quisiese irse de viaje a un sitio donde, hay bastante probabilidad de encontrarse con serpientes, entonces se podría trabajar en su fobia para que pudiese llegar a controlar su ansiedad y así poder disfrutar de ese viaje.


¿Te acuerdas del miedo que pensaste al principio? ¿Entonces crees que es fobia o miedo?


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lunes, 14 de septiembre de 2015

"NO SIN MI MAMÁ": Trastorno de ansiedad por separación

De forma instintiva sabemos que sin nuestros cuidadores no podemos desenvolvernos en el mundo. Es por ello que el miedo a la separación es un miedo básico durante la infancia, y que se mantiene hasta los 6 años. Los miedos nos ayudan a sobrevivir, forman parte de nuestra supervivencia como especie, ya que nos previenen de posibles peligros que atenten contra nuestra vida.

Sin embargo, cuando este miedo tiene una duración desmesurada y se transforma en ansiedad es importante atender a la forma en la que se presenta y, en la medida de lo posible, consultar con un profesional de la psicología, tal y como hablamos en el artículo "NIÑOS CON ANSIEDAD".


¿Qué tipo de signos y síntomas pueden aparecer?

  • Malestar recurrente ante la separación real o anticipada con respecto a las figuras significativas. Es decir, aquellas con las que el niño o niña tiene un fuerte vinculo emocional (padres, tios, abuelos, etc.)
  • Preocupación excesiva por que a esas personas tan importantes para el/la niño/a les suceda algo malo y que no puedan volver a estar juntos.
  • Resistencia ante la posibilidad de situaciones que impliquen separación (pataletas, lloros, gritos, huidas, etc.).
  • Pesadillas sobre separaciones, abandonos, pérdidas, etc.
  • El niño suele decir que tiene mareos, dolor de estomago, nauseas, etc.

Ante la presencia de estas situaciones o la aparición de un malestar que esta afectando gravemente la vida del niño y con ello su rendimiento escolar y sus relaciones sociales; por ello es importante, como bien se ha mencionado anteriormente, contactar con un profesional de la psicología para descartar otro tipo de causas ajenas u otro tipo de trastorno (fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, etc).

La ansiedad por separación suele aparecer en épocas de escolaridad, por el echo de que es un periodo de tiempo en el que el niño se encuentra fuera de casa. No obstante, también puede aparecer al irse de viaje, de excursión o a casa de un amigo.


¿Qué puede fomentar la aparición de este trastorno de ansiedad?

  • Estilo sobreprotector de los padres.
  • No permitir autonomía al niño a la hora de realizar actividades.
  • Relacionarse pocas veces con otras personas.
  • Predisposiciones fisiológicas (sudoración, rubor, temblores, etc.)
  • Presencia de trastorno de ansiedad, depresión mayor o trastorno de pánico en uno o ambos padres.
  • Aparición de suceso estresante (fallecimiento de familiar, separación de padres, fallecimiento de mascota, enfermedad del niño o de algún familiar, mudanza, cambio de escuela…).

Es importante fomentar una buena comunicación con el niño, cuanta más confianza haya entre padres e hijos es más probable que el niño exprese aquello que siente.


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sábado, 29 de agosto de 2015

DIME CÓMO SON TUS VACACIONES Y TE DIRÉ CÓMO ERES

Algunos aún estaréis esperando el día para iros de viaje, otros no queréis pensar en la vuelta a la rutina, y en cambio quizás otros ya habéis pasado por vuestras vacaciones y la rutina está a la orden del día. ¿Para ti que son las vacaciones? ¿Es conectar o desconectar? ¿Cómo las vives? ¿Sabes que según cómo son tus vacaciones pueden decir mucho de ti?


Desde mi punto de vista se pueden distinguir 4 tipos de vacaciones, igual alguna de ellas te resulte familiar.

Vacaciones estresantes

Son esas vacaciones que provocan dolor de cabeza y te entra un malestar en el cuerpo antes incluso de haberlas empezado. Sólo con los preparativos, los planes y las reservas, nos llevan a un estrés que desearíamos no haberles cogido. Llegas al destino y ya sea porque el mundo está en contra tuya, las cosas no han salido cómo esperabas, o tienes que hacer frente a un montón de imprevistos, que terminas odiándolas en su gran parte. ¡Qué estreeees! Estas vacaciones son vividas por personas que les gusta ser muy precavidas y tenerlo todo bajo su control.

Vacaciones aventura

Son esas que has “medio-planeado” y “medio-improvisado”, no sabes cómo van a salir pero tienes esos nervios por saber qué te depara. Es ese viaje con el que vives muchas cosas, conectar con otro mundo, descubres lugares nuevos, te planteas tantas cosas, vives tantas situaciones, conoces personas, y quizá vuelves hasta con otra mentalidad o quizás con nuevos objetivos en tu vida. Estas vacaciones suelen ser vividas por personas que les gusta salir de su zona de confort, no soportan la rutina y les gusta experimentar nuevas sensaciones.

 Vacaciones “desconexión total”

Son esas vacaciones con las que te olvidas directamente del mundo, se sientes “libreeeeee” desconectas el móvil, bien por voluntad, bien porque a dónde vas no hay cobertura (adiós whatsapp). Te relajas, vives el momento sin pensar en la vuelta, se pasan tan rápido que ni te enteras de qué hora y día es. Estas vacaciones son vividas por personas que saben encontrar la forma de desconectar de sus problemas, viven el presente. “Don’t worry be happy” 

Vacaciones “quiero y no puedo”

Son esas vacaciones con las que quieres y deseas disfrutar, encuentras tus momentos de relax pero por X o por Y no lo consigues. Ya sea porque antes de irte has tenido un marrón, la situación te ronda la cabeza y no te deja desconectar, bien porque alguien te está fastidiando las vacaciones in situ o por teléfono (sobretodo si es alguien del trabajo), o bien, directamente porque sigues haciendo trabajo llevándote el ordenador. Estas vacaciones son vividas por personas que son trabajadoras empedernidas, tienen el lema de "lo que puedas solucionar hoy no lo hagas mañana".


No es de extrañar que según cómo sean nuestras vacaciones pueden indicarnos cómo es nuestro actual ritmo de vida, nuestras prioridades, la forma en la que nos abrimos a la experiencia o cómo aprovechamos nuestro tiempo libre. Además, la forma en la que vivimos nuestras vacaciones influye directamente en nuestro bienestar emocional. Fíjate, tus vacaciones dicen mucho de ti, y pueden darte pistas para cambiar tu vida. Esto son ejemplos, pero cada uno vive las vacaciones a su manera.

Aún así, sean como sean nuestras vacaciones, seguro que de cada una de ellas podemos sacar una conclusión: a planificar mejor o a improvisar, a no dejarnos eso que habíamos pensado en casa, a no traernos eso que no nos ha servido para nada, a viajar sólo, a viajar acompañado, a saber dónde ir o qué hacer la próxima vez… es decir, aprendemos algo nuevo. Quizá no todas las vacaciones sean buenas, o malas, pero sí que podemos sacar un aprendizaje nuevo de cada una de ellas.

Y tú, ¿cómo son tus vacaciones?

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lunes, 17 de agosto de 2015

MEDIACIÓN FAMILIAR: ¿Lucha de adversarios o negociación?

"Nada dura para siempre, ni siquiera tus problemas" (Arnold H. Glasow)

¿Qué es la mediación familiar? ¿En qué consiste? ¿En qué situaciones se puede aplicar?

Escuchamos “mediación familiar”, y es posible que nos venga a la cabeza una persona intentando mediar entre dos familiares que tienen un conflicto, quizás incluso lleguemos a imaginarnos que esas personas no se ven en ningún momento y la persona mediadora es como un mensajero por el cual hace de puente entre una y otra para para ver quien gana la batalla. Sin embargo, la realidad es bastante distinta.


La Mediación familiar consiste en un proceso por el cual el mediador aporta a ambas partes la capacidad de negociar, es decir, el objetivo es llegar a un acuerdo en donde ambas partes estén beneficiadas. Ambas partes son las que deciden cómo abordar el problema, sin dejar en manos del mediador la capacidad de voto, opinión o decisión ante la situación. 

Quizás en algunos países la mediación familiar es un proceso muy habitual, pero en otros, es aún poco conocido o pedido con poca frecuencia por las familias, aunque cada vez va tomando más fuerza.

¿Cuáles son los papeles del mediador?
  • No juzga: tiene una actitud flexible ante la situación, las emociones, sentimientos y necesidades de las personas.
  • No da consejos: se centra en intentar que ambas partes interactúen de forma sana sin prejuicios, de forma objetiva y facilita la resolución del conflicto.
  • Ayuda a abarcar e identificar: el mediador ayuda a tratar todos los temas necesarios para la solución del problema y aquellos aspectos que han de cubrirse ante determinadas situaciones.
  • Acompaña: crea un clima apropiado para la negociación familiar, así como el mejor camino para abordar todos los temas, ayuda a tomar las decisiones sin involucrarse en ello y resuelve dudas de los implicados.

 No hay que olvidar que la persona mediadora está cualificada para ejercer, de echo la mayoría de estas personas suelen ser profesionales del ámbito de la salud como un Psicólogo, o del ámbito penal como un Abogado que se han especializado en mediación. Es por ello que tiene habilidades para desenvolverse de forma efectiva ante la situación, con ello quiero decir que no cualquier profesional o incluso alguien cercano como un amigo puede realizar este tipo de sesión.


¿En qué situaciones se acude a una mediación familiar?

Cualquier situación por la que puede existir una vía judicial: una custodia, un régimen de visitas, conflictos de familia, problemas de herencia, etc. Los mediadores junto con abogados son capaces de abordar mejor la situación, sin necesidad de un juicio, de forma que se llegue a un acuerdo mutuo entre las partes.


¿Qué tipo de partes suelen acudir a una mediación?

Aunque la mediación es más común en situaciones de separación y/o divorcio, puesto que la pareja se encuentra en una situación muy delicada, sobretodo si tienen hijos, también se realiza en situaciones de conflictos intra-familiares: entre padres e hijos, entre hermanos, conflictos con relaciones anteriores a las cuales les une un hijo, problemas de herencia, incapacidad de llegar a acuerdos, etc.

De manera "informal" podríamos decir que el mediador es como un bálsamo para las personas implicadas, una buena forma de abarcar una situación en crisis teniendo todos los aspectos en cuenta sin entrar en discusiones violentas. De echo, el mediador no quita en ningún momento a las personas la necesidad de discutir, sino que les da la oportunidad y el momento para que lo hagan de forma constructiva.

Asimismo, la mediación no supone una lucha entre adversarios en dónde sólo puede ganar uno, sino que uno de los grandes objetivos de esta metodología es que ambas partes lleguen a un acuerdo sin que uno salga mejor beneficiado que el otro.


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miércoles, 8 de julio de 2015

¿ERES UN X-MEN? La lectura de pensamiento

Si piensas en lo que están pensando los otros, tus pensamientos se convierten en los posibles pensamientos del otro, pero el pensamiento que piensas que es del otro no deja de ser un pensamiento propio. ¡Menudo lío! Parece un trabalenguas, ¿verdad? pero es lo que suele ocurrir.


Cómo nos gusta intentar leer el pensamiento de los demás… Sí, sí, estamos hablando de telepatía. ¿Nos hemos convertido en un X-MEN como el profesor X? Leer el pensamiento de otras personas lo hacemos más de lo que creemos, de hecho lo intentamos hacer muy a menudo.

“¿Qué pensará de mi?”
"¿Qué pensará de ésta situación?”
“¿Le habré caído bien?”
“A ver si va a pensar que me quiero ir…”
“Seguro que ha hecho ese gesto pensando en mi”
“Seguro que está pensando que soy un pesado/ torpe/entrometido…”

La lectura de pensamiento es una forma que tenemos de intentar controlar lo que ocurre a nuestro alrededor, suele suceder en personas que son inseguras de sí mismas. Es una forma de intentar adelantarse a la forma en que esa persona que tenemos delante puede influenciarnos, si de forma positiva o negativa. Lo que no sabemos es que llegamos a comernos tanto el tarro intentando descifrar en qué piensan los demás de una situación o de nosotros mismos, que descuidamos lo que nos está sucediendo en el presente. Es decir, nos preocupamos tanto por algo que no sabemos si es cierto o no que nos crea una ansiedad innecesaria y anticipada (como hablé en el artículo “¿Somos adivinos? la profecía autocumplida”).


Al principio os he presentado lo que podría llegar a ser un buen trabalenguas, pero que es un círculo vicioso de malos hábitos de pensamiento. Es por ello que la mejor forma de romper el bucle es acabar con esa telepatía. ¿Cómo? Teniendo en cuenta estos 3 aspectos tan cotidianos:
  • Preguntar: algo tan sencillo como preguntar a la otra persona nos sacará de todos esos quebraderos de cabeza. “¿Te ha molestado lo que te he dicho?”, "¿Te parece bien?". Eso si, preguntar para dejar de imaginar, suponer o malinterpretar, no para buscar una valoración continua del otro.
  • Tolerar la incertidumbre: No todo lo podemos controlar, y aquello por lo que nos preocupamos la mayoría de las veces son cosas banales. Si realmente tienes un problema que te preocupa,y tienes que tomar una decisión, entonces establece un “tiempo para preocuparse”. Sí, tan sencillo como crear un horario: de 9:00 – 14:00 trabajo, 14:00-15:00 comida, de 17:00 a 18:00 gestionar el problema. Asi mientras trabajas, estudias, o duermes no te vas a preocupar. Todo a su debido tiempo.
  • No depender de la opinión de los demás: ¿Para qué quieres que alguien confirme lo que dices? No necesitas que te den un “aprobado” a todo lo que haces. La solución se encuentra en confiar en uno mismo. Cuando empieces a confiar en tus actos dejarás de depender de la opinión de los demás.
Leer el pensamiento de otras personas no deja de ser un acto creativo en el que ponemos en práctica nuestra imaginación. Sin embargo, esto puede ocasionar problemas a la hora de relacionarnos con otras personas, sobretodo a la hora de buscar nuevas amistades. Cuanto menos se conoce a esa persona, más se le intenta leer el pensamiento, ya que ante el desconocimiento, las personas inseguras intentan buscar la forma de controlar la situación.



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lunes, 25 de mayo de 2015

LOS 4 PENSAMIENTOS MÁS DESTRUCTIVOS

Tenemos barbaridad de pensamientos al día. Algunos son conscientes, es decir, nos damos cuenta de ellos; y otros son inconscientes o automáticos, es decir, son tan fugaces que ocurren sin darnos cuenta, suponen mili-segundos, pero nos afectan más de lo que creemos. 


Cuando a un pensamiento se le da demasiada importancia se llega a convertir en un hábito. De esta forma, si el pensamiento es negativo puede desencadenar un mal hábito de pensamiento. Imagínate que, desde que te levantas hasta que te acuestas, tienes un megáfono diciéndote lo mal que lo haces todo, lo torpe que eres… ¿Cómo te sentirías? Es posible que nos sintiésemos tristes, apáticos, o incluso enfadados ¿verdad? Lo que no tenemos en cuenta es que el cómo nos sentimos depende de nosotros mismos. No obstante, con este ejemplo, el megáfono se encuentra fuera, por lo que seríamos más conscientes de su presencia, pero imagínate que ocurre lo mismo pero dentro de nuestra cabeza, la mayoría de las veces de forma automática, inconsciente y por ello, más difícil de detectar. Qué tortura ¿no? Pues esto ocurre más de lo que se piensa.

Es por ello que en este post quería daros a conocer los 4 hábitos de pensamiento más destructivos:
  • La generalización: “no valgo para nada”, “toda mi vida es un asco”. Usar términos absolutistas como “nada”, “nunca” o “siempre” y generalizarlos en nuestra vida, nos limita a la hora de buscar oportunidades y aprovechar nuestra valía. Reflexiona un momento: ¿Realmente nunca haces nada bien? ¿Realmente toda tu vida ha sido un asco?
  • Las etiquetas: “soy un desastre”,” soy un/a vago/a”, “soy un/a tonto/a”... ¿Sabes qué ocurre cuando nos etiquetamos a nosotros mismos? Que al final nos lo creemos. Por ello es importante quererse para seguir adelante y no creernos algo que no somos. No digo que en ocasiones se tenga una conducta torpe o vaga, pero es eso, la forma de actuar, no hay que aplicarlo a la forma de ser.
  • La visión catastrófica: “ya verás como no me saldrá bien”, tener una visión negra de nuestro porvenir o de cómo nos va a surgir, es adelantarse de forma innecesaria a los acontecimientos. No contribuyas a que salga mal con tu mala actitud, vista al frente y adelante :)
  • La autoexigencia: los “debería” o los “tendría que”. Cuando nos exigimos demasiado a nosotros mismos dejamos paso al estrés, la ansiedad y el sufrimiento. Por ello es importante centrarse en el “quiero” y en el “puedo” y dejar el “tengo”. Cuando nos imponemos algo como una obligación al final no se realiza con las mismas fuerzas y ganas.

Realmente no nos damos cuenta de que somos nosotros mismos quienes nos auto-criticamos y nos limitamos en muchas ocasiones, y ésto puede afectar gravemente a nuestra autoestima, llegando a ser víctimas de nuestras propias acusaciones. No tenemos que culparnos por la forma en la que pensamos, es aprendido y forma parte de las experiencias que vivimos; pero darse cuenta de ellos es el primer paso para el cambio.

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