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miércoles, 27 de enero de 2016

HIPNOSIS CLÍNICA: Mitos y verdades

“Y ahora caerás en un sueño profundo y cuando te despiertes serás una gallina… concéntrate… eres una gallina…. cuando oigas la palabra TRES te despertarás convertid@ en una gallina. Uno… dos…. ¡TRES!”



Seguro que alguna vez habéis visto algo parecido por la televisión y os preguntaréis: “¿es verdad que lo convierte en una gallina?” Bueno, teniendo en cuenta que en estos espectáculos las personas son contratadas o acordadas para realizar un “paripé” que se basa en la ilusión, el truco y la puesta en escena, ¿crees que es verdad?... lo dejo ahí.

El problema de la hipnosis es que se ha usado tan a la ligera y para aspectos tan cómicos que resulta natural ya tomarlo como una tomadura de pelo más, es por ello que resulta necesario aclarar ciertos aspectos para que no haya confusiones de términos ni de profesiones.

La hipnosis clínica es un procedimiento terapéutico inducido por métodos de relajación por el cual a través de la sugestión* (que es la principal arma), el terapeuta sugiere que el paciente experimente cambios a nivel motor, sensorial o cognitivo. Es usada por algunos psicólogos en terapia para poder trabajar diversos trastornos psicológicos o dolencias.

Puede que dicho así suene muy teórico y más difícil de entender, así que os voy a hablar de los tres famosos mitos sobre la hipnosis clínica para que pueda resolver mejor vuestras dudas:
  • Pierdes la conciencia: esto es muy típico oírse, pero es completamente falso. En todo momento te encuentras consciente y en vigilia, así que sabes todo lo que sucede. De modo que una persona puede llegar a falsear la intervención, o incluso pararla cuando quiera.
  • Te conviertes eres un títere: no te dejas manejar por el/la terapeuta, de hecho, tú no realizas nada que no quieras. Eres completamente responsable de tus actos. La persona es un agente activo que es guiado voluntariamente por aquello que va diciendo el hipnotista.
  • El hipnotizador tiene poderes: los profesionales que realizan hipnosis clínica no tienen ningún “poder” mágico, es más, si te dice esto… mala señal. Un buen profesional de hipnosis está formado principalmente en psicología y especializado en hipnosis clínica, nada que ver con magia. Bien es cierto que el usar un péndulo o un reloj en algunas técnicas, que son utilizadas para focalizar la atención del paciente, puede resultar un tanto cómico pero su uso no hace que la sesión pierda credibilidad.



Los efectividad de la hipnosis a la hora de compaginarla con otros tratamientos psicológicos ha sido demostrada, de hecho, la hipnosis ayuda a facilitar la expresión de las emociones y sensaciones. Pero, hay que tener en cuenta que esto no es la panacea, tal y como hablé en “CRÍTICA: LA FORMACIÓN DE LOS PSICÓLOGOS”, ya que hay personas a las que les puede servir y hay a las que no.

Por supuesto, antes de realizar una sesión de hipnosis, la persona realiza una serie de ejercicios indicados por su terapeuta para saber su grado de sugestión*, y por tanto saber si la hipnosis puede ayudarl@. Las personas más susceptibles son aquellas que suelen tener mucha capacidad de imaginación y pueden llegar a “soñar despiertos”, que pueden recordar sucesos pasados al detalle, que tienen mucha facilidad de concentración y/o focalización de la atención, personas que cuando leen una novela o ven una película lo experimentan intensamente como si fuesen ellos mismos quien lo vivieran, personas que se suelen dejar llevar por las experiencias, incluso aquellas que se creen muy fácilmente lo que alguien les cuenta.

No obstante, para una buena sesión también entran en juego las expectativas, la actitud, la predisposición y motivación del paciente, su estado de ánimo y la fatiga… algunos aspectos de los que hablé en el último post: “5 PASOS PARA UNA TERAPIA EXISTOSA”.

Ten en cuenta que todo nuestro cuerpo se encuentra conectado con el cerebro, si nosotros tomamos el control desde la mente de aquello que nos sucede, por ejemplo, de un dolor crónico o de un sentimiento negativo muy profundo, podemos llegar a calmarlo a través de nuestra mente con la ayuda de un profesional.

En definitiva, con la hipnosis clínica se pretende conseguir un estado en el que estas completamente inmerso en ti: en tus emociones, en las sensaciones, en tu cuerpo y en tus pensamientos. Básicamente te da igual todo lo que sucede a tu alrededor ja que solamente te centras en tu persona.

*Capacidad de influencia que se ejerce sobre un individuo y que hace que modifique su conducta, sensaciones o sentimientos.

¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha parecido interesante la hipnosis? Puedes seguirme en Twitter: @psicologaribesFacebook: "Psicóloga Raquel Ribes", o en Google + y estarás al corriente de todas las publicaciones y mucho más. 

Para cualquier duda estoy on-line y de forma física en la red de psicólogos en Gandia (Valencia, España). ¡Que tengas un buen día! :)

miércoles, 18 de marzo de 2015

¿QUÉ ES PARA TI LA FELICIDAD?

Algunos dicen que la felicidad es la meta, otros que es el camino, en ocasiones dicen que es la clave de la vida, otras veces que es un estado emocional… Y yo os pregunto, ¿qué es para vosotr@s la felicidad? (os animo a que toméis papel y boli, y lo anotéis en un papel. El objetivo es que no lo penséis demasiado, lo primero que os venga a la mente).


Buscamos en Google la palabra “felicidad” y nos aparecen más de 58 millones de resultados, con imágenes adjuntas de gente saltando en una colina con los brazos extendidos, globos de colores, caras sonrientes, melenas al viento, etc. Encontramos también, definiciones de antiguas religiones, filosóficas, paradigmas, frases que alguna vez han dicho personajes famosos (esas que dices, "¡guau! me la apunto"), etc. Se llega incluso a hablar del “secreto de la felicidad”, de cómo encontrar la felicidad, del ritual de la felicidad y de los pasos para ser feliz, como si fuese algo que precise de unas determinadas instrucciones. Es entonces cuando yo me pregunto: ¿para qué tanta teoría? Creo que la palabra “felicidad” no puede reducirse a una definición, como siempre han pretendido autores, filósofos, corrientes… Por ello, decidí preguntar personalmente a algunas personas al azar dentro de mis círculos de relaciones qué era para ell@s la “felicidad”. El resultado fueron estas respuestas:
  • “Estar con la persona que quiero y no tener problemas externos”
  • “Tener lo que una vez tuve y perdí, y estar con mi pareja cada día”
  • “Es un sentimiento”
  • “Es poder hacer lo que te dé la gana cuando te dé la gana”
  •  “No decepcionar a nadie que aprecio de mi alrededor, que ellos estén bien y contentos”
  • “Es cuando estoy disfrutando de los buenos momentos en los que no te das cuenta de que pasa el tiempo”
  • “Es cuando te olvidas de todo lo malo, te sientes a gusto contigo mism@, con los demás y disfrutas del momento estés dónde estés”
  • “Es todo lo que deseo y me llena por dentro”
  • “Es sentirte realizado en las cosas que haces”
  • “Es estabilidad”
  •  “Es cuando nos pasa algo que estábamos buscando y queríamos, mirando el lado positivo del día a día”
  • “Son mis amigos”
  • “Es estar en cada momento, los detalles que parecen no tener importancia pero que, si desaparecen, notas su ausencia”
  • “Son las pequeñas cosas: quedarme diez minutos más en la cama cuando suena el despertador, el momento de agua calentita en la ducha, cuando llueve y te mojas con las gotas de lluvia…”
  • “Es una utopía”
Que diversidad de respuestas, ¿verdad? Entonces, ¿por qué se empeñan en intentar definir y marcar unos pasos para “ser feliz”? ¿por qué dentro de las pautas para la felicidad no encontramos a las gotas de lluvia, o a los amigos, o estar con la pareja cada día? Creo entonces, que la felicidad no es algo estático. Y apuesto que, lo que hoy has apuntado en ese papel, de aquí un año, un mes o mañana mismo puede ser algo completamente diferente.

Vamos a suponer que la “felicidad” es la plenitud total o el absoluto bienestar físico y emocional. Entonces cualquier persona que lo lea puede pensar:“yo quiero eso en mi vida” (y quien no…), pero las personas siempre queremos más: más relación con algún familiar, tener más dinero, más salud, tener más tiempo libre… Y nuestra coletilla favorita es el “si…”: “si tuviera una pareja entonces sería feliz”, “si tuviera una casa entonces sería feliz”, “si trabajara dónde quiero sería feliz”, etc. Es entonces cuando emprendemos la búsqueda de la felicidad con los marcados “pasos” para alcanzarla. 

Estas instrucciones suelen ser: quererse a uno mismo, pensar en positivo,  ser agradecido, realizarme con lo que hago, comer sano, etc. ¿Crees que esto es propio de la felicidad? Yo creo que es propio de unos buenos hábitos de vida. Ahora supongamos que alguien dice: “voy a ponerme a ello, si consigo estos pasos se supone que conseguiré ser feliz”. Esa persona pone en práctica los pasos cada día pero, pese a ello, no se siente feliz. Entonces, ¿es infeliz?, ¿dónde queda la felicidad?. Es en ese momento cuando da la sensación que la “felicidad” es algo inalcanzable. Se queda como un mito, una leyenda. Y yo grito: ¡Mentira, si que has vivido la felicidad! 

La felicidad no es algo que haya que alcanzar o a lo que tenemos que aspirar en la vida, sino que ya lo poseemos, sólo tenemos que darnos cuenta de cuándo se presenta. Porque, cuando pensamos en “felicidad” en lugar de centrarnos en lo que tenemos cada día, muchas veces nos centramos en lo que nos falta cada día para conseguir esa finalidad.


Desde mi punto de vista, la "felicidad" no tiene un término y no se busca, sino que aparece. Simplemente el pararse, mirar alrededor y ver esas pequeñas cosas que componen tu vida. Si perdemos el tiempo intentando “ser felices”, no hay tiempo para darse cuenta de que realmente se encuentra delante de nuestras narices. Es ahí donde se encuentran esos pequeños momentos que te recuerdan que estás viv@, y que estas aquí para vivir no para sobrevivir. No hace falta que tengas todo el dinero del mundo, o la mejor salud de todas, o un montón de amigos, o el mejor trabajo del universo, o una colina en donde estirar los brazos y saltar, sino que pueden ser tantas cosas... Como cuando te despiertas y parece que has dormido 100 años, cuando tu pareja te da un abrazo, cuando comes tu comida favorita, cuando juegas con tu hijo, cuando te dicen que has aprobado el examen de esa asignatura que tanto odiabas, etc. Puede que algunos piensen ¿eso es la felicidad? Bueno, cada persona tiene su propia noción. ¿Qué escribiste tú en el papel?

Dejemos de perseguir fantasmas. Nos cegamos y no vemos esos pequeños detalles que nos hacen sentir humanos. Aprovecha esos momentos y vívelos.

Y ahora te toca a ti. Prueba a preguntarle a las personas de tu círculo cercano qué es para ellos la felicidad. Quizás te sorprendas. 

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viernes, 14 de noviembre de 2014

LA VIDA ES COMO UN JUEGO

Nuestra vida da muchas vueltas, como un juego. Vamos a suponer que es como el Juego de la Oca. 

Nos planteamos una meta (la oca central) y vamos avanzando en ella dando pequeños pasos y respetando los turnos. Los dados de nuestra vida están tocados por el azar, son inciertos, puesto que de un momento a otro no podemos saber nunca lo que puede suceder. Al igual que la vida, no podemos saber lo que nos depara, pero no importa si sabemos cómo y a dónde queremos llegar.

El camino no es fácil puesto que existen casillas, como días de nuestra vida, a las que caeremos y estaremos unos turnos sin poder tirar, no podremos avanzar porque no ha sido un día bueno, pero forman parte de nuestra experiencia. La primera, el pozo, es el típico bajón, te da un pequeño susto, como un agujero en el camino, es algo que no te esperabas, pequeños sucesos de la vida que nos devuelven al presente. El segundo, la pensión, a veces tenemos que aprender a descansar a mitad de camino para recuperar fuerzas, y aunque eso suponga quedarse algunos turnos sin avanzar, puede que nos ayude a focalizar mejor la meta. Vamos avanzando, y en el camino se nos presentan pequeñas oportunidades, que si las aprovechamos, nos hacen avanzar como los puentes y nos ayudan a pasar de un lado a otro.

avanzar en la vida

También están las ocas, como todas esas personas que pasan por nuestra vida, si caes en aquella negativa y pesimista que mira hacia atrás, te hará retroceder unos pasos, pero si caes en aquella positiva y alentadora que mira hacia adelante te podrá ayudar a avanzar unos cuantos pasos más, pero… nunca se sabe. Hay que tener cuidado, porque por el camino podemos llegar a adentrarnos en un laberinto, sentirnos perdidos, sin saber realmente si vamos por el buen camino, de modo que toca quedarse y reflexionar.

Durante nuestro camino hacemos cosas mal (la prisión), nos equivocamos y tenemos que asumir nuestras responsabilidades, de modo que tenemos que ocuparnos de ello y quedamos un tiempo recapacitando.


Vamos avanzando y cuando más cerca de la meta más cuidado hay que tener y más atentos hay que estar, porque muchas veces nos ilusionamos, lo vemos tan cerca que nos creamos falsas expectativas, ya lo estamos celebrando pero aún no hemos llegado. De modo que, cuando más cerca estamos más fuerza y empeño hay que poner porque de repente surge un imprevisto, caes en la calavera, y… tenemos que volver a empezar. 

Aquellos que ya estaban saboreando la victoria se hundirán y perderán sus fuerzas por pereza a recorrer el mismo camino, mientras que los que seguían con todas sus fuerzas viéndolo tan cerca y a la vez tan lejos, no desistirán y cogerán los dados de su vida para querer volver a tirar y avanzar. ¿Porqué? Porque la meta sigue ahí, no se ha movido, el único que se ha movido eres tú, y sabes que puedes llegar hasta arriba porque ya has pasado por muchas cosas, y eso te ha permitido aprender. Aprender a ser paciente, a no perder la esperanza, a que nada está escrito y que sólo tú eres el que decide seguir avanzando.

¿Y lo gratificante que es esforzarse y llegar por mérito propio a tu meta? Esa sensación no te la puede quitar nadie, porque esa sensación se gana, no se regala.


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martes, 22 de julio de 2014

MITO Y REALIDAD EN LA PSICOLOGÍA


MITO: “Para ir a terapia es necesario sentirse muy mal, tener un trauma o pasar por un suceso chocante“.
REALIDAD: A terapia se acude cuando la persona no tiene los suficientes recursos conductuales y emocionales para poder afrontar y solucionar un problema, y ello le impide realizar su vida de forma plena.

MITO: “El terapeuta te analiza constantemente, sabe lo que estás pensando.”
REALIDAD: El terapeuta estará atento a la expresión de cada una de tus necesidades, pero no tiene la capacidad de leer tu mente. Cada aspecto que digas no va a ser “analizado”.


MITO: “Simplemente es alguien que sabe escuchar.”
REALIDAD: Esa es una cuarta parte de todo lo que realiza el terapeuta. Ha de escucharte para prestar especial atención a todo lo que le estés contando, pero detrás existe un gran trabajo de preparación de las sesiones, materiales, recopilación de datos, estructuración del tratamiento, etc.

MITO: “Ir a terapia es muy caro.”
REALIDAD: Cualquier precio es relativo en relación a lo que estás invirtiendo con él. ¿Cuánto pagarías por un móvil, y por ir a la peluquería, y por comprarte ropa, y por un viaje, y por ir al dentista, y por mejorar tu calidad de vida? Todo es relativo, se invierte el dinero en relación a lo que cada uno necesita en ese momento de su vida.

MITO: “Te puede dar pastillas.”
REALIDAD: Los terapeutas no podemos recetar pastillas. Personalmente no soy partidaria de ellas, hablando en términos de: somníferos, antidepresivos, ansiolíticos, etc. puesto que a corto plazo te pueden ayudar, pero a largo plazo sigue persistiendo el problema. Con otros hábitos de vida se pueden llegar a ver cambios efectivos.

MITO: “Esos están todos locos.”
REALIDAD: “Hay un cierto placer en la locura que sólo el loco conoce” (Pablo Neruda).

MITO: “No me va a entender si él/ella no ha pasado por lo que yo.”
REALIDAD: Al igual que el/la médico/a no ha pasado por todas las enfermedades del mundo para tratarlas, los terapeutas, aunque no han pasado por todas las problemáticas en su vida, tienen los suficientes conocimientos para poder ayudarte con tu problema.




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