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viernes, 1 de septiembre de 2017

UNA PSICÓLOGA CON FOBIA


Quizás estas aquí por curiosidad, porque tienes alguna fobia, te interesa la temática o porque estás pensando en acudir al psicólogo. Sea como sea, este es un escrito mucho más personal y con él quiero ayudar a personas por las que están pasando por lo mismo o una situación similar.

Antes que nada, para aclarar el término "fóbia" y su diferencia con el miedo, recomiendo leer mi post: DIME COMO ES TU MIEDO Y TE DIRÉ SI ES UNA FOBIA.


Para explicar mejor mi situación y sea más fácil su lectura lo he dividido por apartados:


CONTEXTO

Desde mi primer año tuve bastantes “tropiezos” con la vida, mis caídas no eran sólo las típicas rozaduras que un niño pequeño se puede hacer, sino que en más de una ocasión tuve que ir a urgencias o quedarme en la UCI ingresada, con lo que todo ello conlleva. Semi-rotura de hueso, chichones graves, cortes profundos, problemas intestinales, etc. Muchos de estos procedimientos implicaban agujas. Asimismo, cuando eres pequeño, no hay que obviar una cosa que te ponen año tras año… sí, estoy hablando de las vacunas.


CONDUCTA FÓBICA

Desmayo y huidas o evitaciones del lugar.


EVOLUCIÓN

Mi fobia empezó con las agujas de inyecciones (en la realidad, en fotografía o por televisión). Malas experiencias con análisis de sangre y situaciones similares hicieron que la fobia se extendiera a la sangre (más concretamente sangre de heridas). Incluso hablar de operaciones, agujas y sangre también me provocaba un desmayo. Más adelante, mi mente empezó a asociar agujas y sangre con productos de cura como: alcohol etílico, suero o agua oxigenada. Por lo que el hedor de estos podía hacer que me “desplomase”. Con los años, cuando tenía que visitar a un familiar al hospital podían ocurrir tres cosas: ir y desmayarme, ir o salirme cuando sentía un ligero mareo o directamente no acudir, cosa que terminé por hacer incluso con los dentistas.


PROGRESOS Y ACTUALIDAD

  • Oler alcohol, agua oxigenada o suero ya no me provoca nada.
  • Que alguien hable de una operación o similar donde especifique síntomas y procesos ya no me provoca nada.
  • Entro a los hospitales y no me provoca nada.
  • Curé a un niño que le sangraba la nariz (a borbotones) y no sentí nada.
  • Ir al dentista (incluso que me operen y me pinchen) ya no me provoca nada.
  • En el último año me realicé tres análisis de sangre y solo en el último me desmayé (por bajón de azúcar).
  • Ver una imagen o vídeo de como le ponen una aguja a alguien, en ocasiones aún me da un poco de aversión pero no me marea.


Queda pendiente:
  • Hacer una donación de sangre.
  • Ver cómo le ponen una inyección a alguien o le sacan sangre.


CONCLUSIÓN

Sí, aún sigo en proceso con la fobia, voy escalando mi pirámide de situaciones fóbicas y sé que voy más avanzada de lo que jamás hubiese imaginado hace años. Lo que cuento en progresos ha costado años, y además se necesitaba poner de mi parte, dedicar tiempo a mi fobia y tener voluntad para avanzar.

¿Con este post que quería transmitir?

Que si queremos mejorar nuestra vida tenemos que poner ganas. Todo tiene su proceso, por lo que quizás veas resultados en una semana, tal vez en un mes o tal vez en un año, pero no hay que dejar de rendirse para mejorar en nuestro bienestar. Tened en cuenta que muchas de las fobias las adquirimos cuando somos pequeños, por lo que una problemática psicológica arraigada de hace años, como habéis visto en mi caso, muchas veces se agrava o extiende a otras áreas o situaciones, lo cual hace que el proceso sea más largo.

En alguna ocasión sentirás que no has avanzado nada o incluso que vas hacia atrás, que la fobia es superior a tus intentos, pero forma parte de nuestro aprendizaje y al igual que nuestra mente aprendió en su día que esa situación es aversiva para nosotros, es el momento de hacerle ver que no lo es, y eso requiere ir paso a paso.

Mi proceso aún no ha terminado, me queda bastante por andar. Os seguiré contando mi propia experiencia… porque estoy segura de que lo conseguiré :)


¿Y vosotros tenéis alguna fobia? 
¿Estáis en proceso o os lo estáis planteando? 
Contádmelo en los comentarios :)

domingo, 20 de marzo de 2016

¿CÓMO SE SIENTEN LOS VEGETARIANOS?

Este no es un post en el que se quiera defender el no comer carne ni pescado o en el que intente convenceros de haceros vegetarianos, sino que más bien es un post focalizado en el proceso emocional por el que pasan las personas vegetarianas.

En una sociedad consumista de carne, cuando alguien quiere cambiar drásticamente su alimentación, ¿Cómo se siente consigo mismo y con su alrededor? ¿Qué les ocurre a los vegetarianos? ¿Cómo les afecta todo este proceso a nivel emocional?


A corto plazo es muy duro, pensemos que estamos en una sociedad en la que no se encuentra tan preparada para acoger a personas que no quieren comer carne ni pescado. La comida “especial”, es más difícil de encontrar y, además, su precio se dispara por las nubes.

Es por ello que los vegetarianos se pueden llegar a sentir a corto plazo:
  • Incomprendidos: Sienten que tienen que dar siempre explicaciones ante la comida y ante lo que quieren comer. Perciben que a la gente no le vale un “NO” como respuesta, sino que quieren un porqué. La gran mayoría de la gente que los rodea son omnívoros, y las miradas de “bicho raro” se hacen presentes, y se pueden llegar a sentir juzgados.
  • Impotentes: los vegetarianos principiantes pueden llegar a sentir impotencia por no saber realmente qué comer, ya que todo lo que comían hasta ahora siempre llevaba algo de carne o pescado. ¡Hasta los típicos bocadillos que venden como “vegetales” llevan atún! Aprender a cocinar sin carne se vuelve todo un reto.
  • Aislados socialmente: Cuando estamos en una comida familiar o cuando vamos a comer con amigos a un bar, es raro no encontrarte en los platos alguna pieza de carne o pescado. Incluso en ocasiones, buscar una ensalada completa sin carne, un plato que parece tan fácil, muchas veces se vuelve una odisea. Es por ello que los vegetarianos optan al final por no acudir a algunos eventos.
  • Desmotivados: encontrar platos que te lleguen a gustar y que sean poco laboriosos a veces resulta complicado. Las personas que están empezando a ser vegetarianas, si usan siempre los mismos ingredientes se pueden aburrir o incluso desmotivar a la hora realizar sus platos. Es por ello que pueden empezar a comer mal, y que al final tiren la toalla.
  • Presionados socialmente: pueden llegar a sentir miedos debido a lo que escuchan de la gente como: “no te vas a alimentar bien”, “te faltaran vitaminas”, “te morirás de hambre”, “la carne es necesaria en la alimentación”, “te pondrás enferm@”... son típicos mitos que se creen por ignorancia, pero que distan de la verdad.


Sin embargo, aquellas personas que consiguen romper con esos baches iniciales dentro del proceso, a largo plazo:
  • Sienten más seguridad, motivación y confianza en sí mismas: llegar a cambiar un hábito alimentario que ha sido inculcado desde pequeño no es fácil, y conseguirlo es todo un logro. Esto anima a ponerse muchas más metas en el futuro, porque saben que son capaces de cumplir sus objetivos y luchar por aquello que creen y desean. Ya que, cuando nos ponemos un objetivo, hace que tengamos una motivación para poder seguir adelante y esforzarnos cada día. Está claro que, como cualquier objetivo, habrá temporadas en las que sientas que lo quieres dejar, pero no hay mejor satisfacción que conseguir aquello que te propusiste.
  • No necesitan la opinión de los demás: han estado durante meses escuchando de varias personas las típicas frases sobre comer carne y pescado. Pero no se han dejado llevar por lo que les han dicho. Aprenden que, lo que los demás piensan no siempre es lo correcto. Hay que tener criterio propio y no dejarse guiar por lo que los demás piensan. Es por ello que son menos susceptibles y no se dejan llevar por el consumismo.
  • Explotan su creatividad: cuando la comida “compuesta”, como son las hamburguesas de verduras o croquetas de venta, es cara o más difícil de encontrar, ¡los vegetarianos se ponen manos a la obra! Descubren nuevas combinaciones de sabores, nuevas mezclas y nuevas recetas que crean ellos mismos con facilidad y con ingredientes que tienen a mano. ¡La creatividad está en el aire!
  • Más responsables y empáticas: la persona se vuelve más responsable en dos sentidos: en primer lugar, en relación con el medio ambiente; y en segundo lugar. consigo misma, ya que el tener una responsabilidad como es seguir una dieta y hacerse una comida más elaborada, ayuda a que la persona sea más autónoma. Además, se aumenta la empatía y conciencia emocional hacia lo que ocurre a nuestro alrededor, como es el derecho de los animales y la contaminación.
Está claro que hay excepciones, no todo el mundo pasa igual por este proceso, ya que dependerá del apoyo que encuentra a su alrededor por parte de familia, amigos y pareja, además del esfuerzo y empeño que ponga en ello. También cabe destacar que no es lo mismo ser vegano, que vegetariano, que ovo-vegetariano, que lacto-vegetariano… existen muchas variantes, diferentes situaciones y diferentes personas.

¿Te ha parecido interesante este post? Si eres vegetariano y estás cansado de no saber cómo responder ante las críticas, o incluso de no saber cómo decir “NO” ante tanta insistencia, te animo a que visites mis artículos: “CÓMO AFRONTAR LAS CRÍTICAS” y “CÓMO DECIR NO”, seguro que te son de ayuda.

¡Te espero en el próximo post! :)

lunes, 23 de noviembre de 2015

CRÍTICA: LA FORMACIÓN DE LOS PSICÓLOGOS

Durante todos los años de mi formación como psicóloga, he podido estar en contacto con otros profesionales de éste ámbito y a su vez, con compañeros de formación. Durante estos dos últimos años de experiencia he podido estar en contacto con muchos pacientes que me han transmitido su descontento hacia los psicólogos que le han atendido.


Desde mi punto de vista, un psicólogo no solo se forma de teoría y práctica, sino de ganas, de sentido común, de pasión hacia lo que hace, de interés, de empatía... Es por ello que en este post me gustaría dar mi opinión sobre la formación de los psicólogos, sus metodologías y sus actitudes frente a los pacientes.

Son 4 los aspectos que me gustaría destacar:

Mantenerse actualizado. Este es un aspecto muy importante. Los psicólogos tenemos la obligación por norma deontológica de mantenernos continuamente actualizados. En pocas palabras, es importante formarse continuamente en diferentes trastornos, metodologías, enfoques, etc. y es que en esta profesión nunca dejas de ser estudiante, de nutrirte de todos los aspectos de la psicología y de todos los enfoques para poder saber qué engranajes tiene la persona que tienes delante, y qué es lo que mejor puede funcionar. A nivel personal, cada paciente que acude a mi consulta lo trabajo de forma individual y única, me vuelco en su caso, investigando cada detalle de su problema, la metodología que podría usar con él, nuevas formas de manejar la situación, etc.

Una “metodología” no lo resuelve todo. Me sorprendo cuando veo como hay profesionales que venden su metodología como un santo grial. “Con la hipnosis dejaras de fumar, dejaras de tener ansiedad, todo, la hipnosis resolverá todos tus problemas”.  No digo que la hipnosis no funcione, de echo hablaré sobre esto con más detalle en otro post, sino que no es una solución "milagrosa", al igual que podría decir de la meditación o mindfulness, o cualquier otra metodología que anuncian a bombo y platillo. Es importante ser humilde y sincero, siendo capaz de derivar en otros profesionales. En ocasiones me llegan comentarios de gente que no le ha funcionado la terapia y esto les hace desconfiar de nuestra profesión. Esto ocurre porque es probable que el terapeuta haya aplicado una técnica que quizás en ese trastorno o situación no es la más adecuada, o quizás es un apoyo pero no la solución. Si existen diferentes metodologías es porque existen diferentes dolencias y diferentes tipos de personas. Es por ello que, es importante fijarse en esa persona que tienes delante ya no solo en su problemática sino en su forma de interactuar con el mundo.


Rigor científica: centrarse en aquello que tiene rigor científica y dejar a un lado las creencias e ideales, es vital para poder realizar un buen tratamiento. En pocas palabras, meter a Dios o la veracidad de “poderes” mágicos en una situación de psicoterapia no es tener un rigor científico. Estamos hablando del psicólogo, no del paciente. El paciente está en su derecho de hablar en terapia de sus creencias y de cómo se siente la respecto. Pero en términos de psicología, estamos hablando de ciencia, no de creencias.

Fuera interferencias: una persona que pretende ayudar a otra tiene que mostrarse abierta a lo que le cuentan, y para ello es importante que no interfiera tu vida con tu profesión. Si crees que puedes transmitir tu malestar al paciente, tómate tu tiempo para reflexionar sobre ello. Tal y como dije en el artículo de: "Que sea psicólogo/a no significa que..." los psicólogos no dejamos de ser personas y podemos tener altibajos, problemas o malestar, si no te encuentras preparado para hacer frente a la solicitud de ayuda de otras personas, ya que te encuentras inmerso en tus problemas o has pasado por una situación difícil, entonces es el momento de desconectar. La consulta tiene que ser un espacio cómodo y seguro para el paciente, y el psicólogo tiene que encargarse de crear un buen clima.

Sé que quizás no tengo la suficiente experiencia como para opinar sobre ciertas metodologías y situaciones pero si a día de hoy continúan surgiendo este tipo de situaciones, psicólogos que hablan de Dios en procesos psicológicos, pacientes a los que no les ha funcionado... Y entonces es cuando yo me pregunto: ¿Son los profesionales los que no derivan a otro profesional o los pacientes que no saben a cuál acudir?

¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha parecido interesante este post? Puedes seguirme en Twitter: @psicologaribesFacebook: "Psicóloga Raquel Ribes", o en Google + y estarás al corriente de todas las actualizaciones. Para cualquier duda estoy on-line y de forma física en la red de psicólogos en Gandia (Valencia, España). ¡Feliz día! :)
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