jueves, 12 de marzo de 2015

"EL PROFE ME TIENE MANÍA": El efecto Pigmalión en la escuela

Supongamos que nos encontramos en una aula. En la parte izquierda se encuentran los alumnos que sacan mejores notas, y en la derecha están los que fracasan en varias asignaturas. Es un día de examen, el profesor tiene la cabeza agachada, y de pronto oye murmuros. Sin saber quien ha sido, ¿hacia qué parte de la clase creéis que se dirigirá? 

Con mayor probabilidad, el profesor se dirigirá llamando la atención a la parte derecha de la clase, puesto que ha interiorizado que son los “más problemáticos”. ¿Podría haber sido un alumno de la parte izquierda? Por supuesto. ¿Por qué sucede esto?


Seguro que alguna vez habéis oído esta expresión: “el profesor me tiene manía”. ¿Es la interpretación externa del alumno a unos hechos, o es posible que el profesor tenga un trato diferencial hacia los alumnos?

El efecto Pigmalión sucede cuando las expectativas que tiene una persona sobre otra influyen en el comportamiento de ésta última. Éste efecto se explica mucho mejor a raíz de un curioso experimento social realizado por Rosenthal y Jacobson. Se realizó de la siguiente forma: al principio de curso, el profesor recibió una lista de alumnos indicándole que, tras un test de inteligencia, esos alumnos tenían grandes dotes y podían destacar sobre el resto. Al finalizar el curso, los niños que fueron escritos en la lista obtuvieron mejores resultados. Lo que el profesor no sabia era que los alumnos de esa lista habían sido seleccionados completamente al azar. Entonces, ¿por qué sus resultados eran mejores que los demás? (Podéis ver el vídeo-documental <<AQUÍ>>)

La respuesta se encuentra en la gran influencia y poder de las expectativas. Es decir, si el profesor cree que es mal alumno, se centrará en sus errores, mientras que si cree que es buen alumno, se centrará en sus logros. En el caso del experimento, el profesor, tras creer que a esos niños se les podía sacar mucho más, se encargó de que así fuera. ¿Cómo? Si el profesor cree que de un alumno va a sacar provecho, le dejará una mayor participación en el aula, le perdonará más errores, le explicará más detalladamente los conceptos, etc. De este modo, y aunque el profesor no se da cuenta, está fomentando una mayor capacidad de aprendizaje en el alumno, confirmándose así su regla de que éste tiene buenas capacidades. Ésto se llama la profecía autocumplida, que es como el pez que se muerde la cola.


¿Cómo se forjan estas expectativas? Pues a través de nuestra interpretación de lo que observamos, de lo que vivimos, de experiencias pasadas, de la influencia de personas externas, o de la actitud o comportamientos de esa persona. Pero el efecto Pigmalión va mucho más allá, puesto que el profesor no es realmente consiente de cómo sus expectativas están influyendo en el alumno. Y sin embargo, es común que en estos casos el alumno se haga este tipo de preguntas:
  • “¿Porqué a él le ha dejado entregar el trabajo unos días más tarde y a mi no?”
  • “¿Porqué si él se equivoca le da otra oportunidad y a mi no?”
  • "¿Porqué si él habla no le grita y a mi sí?"
  • "¿Porqué en ocasiones ni me pregunta si he hecho el deber?”
  • "¿Porqué si le digo que no lo entiendo a mi no me lo explica?"
Cuando somos pequeños, las expectativas y la confianza que tienen sobre nosotros las personas pilar como el profesor o nuestros padres, son el feedback clave para crear nuestras propias expectativas sobre nosotros mismos, es decir, nuestro autoconcepto y nuestro rol en diversas situaciones. Por ejemplo, cuando a un niño en muchos lugares y durante mucho tiempo se le tacha de “mal alumno”, al final interiorizará dicho rol, de modo que aprenderá que su papel es ese, y habrá ciertas cosas que no podrá hacer. Sin dejar de obviar que dentro de las propias aulas siempre se forman grupos inconscientes. Quien no recuerda al típico contestón o problemático, al vago, al xarlatán, al sabelotodo, al tímido, al extrovertido, etc. ¿Como se forma esto? Lo formamos entre todos, a través de nuestras expectativas.

De modo que, me gustaría recalcar la importancia de fomentar en la escuela un trato igualitario, para que las expectativas que los niños desarrollen de si mismos sean saludables. Ya que, aunque en el experimento, el profesor llegó a explotar las capacidades de los alumnos de la lista, también obvió las capacidades que podían tener el resto de alumnos. 

Asimismo, creo que es verdaderamente importante que cualquier maestro o profesor sea capaz de mantener la mente abierta y valorar sus alumnos de forma objetiva, sin juicios, ni pre-expectativas, puesto que pueden influir tanto positivamente como negativamente en su autoconcepto académico, es decir, en que él crea o no que puede hacer bien sus labores de la escuela.

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2 comentarios :

  1. Un artículo muy interesante, trabajo en la docencia y me ha hecho reflexionar.

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