Cuando aparece
ansiedad durante la infancia o adolescencia es un claro signo de que algo en el
niño o la niña le está perturbando emocionalmente. Los padres o tutores, son el
pilar fundamental de los niños durante su crecimiento, son las personas que
tienen como referencia para aprender formas de reaccionar y enfrentarse al
mundo.
Si los padres
del niño o niña son ansiosos, esa ansiedad pueden transmitirla al niño con
ciertas frases como: “no te subas ahí que te harás daño”, “hoy no saldremos de
casa que hace mal tiempo y nos puede caer un rayo”, “dámelo, que tú no vas a
poder”, “con el viento que hace si nos cae algo en la cabeza…”, y créeme, esas
frases pueden afectarle hasta en la vida adulta.
Está claro que
proteger a los hijos es algo esencial, no se quiere que les pase nada, pero, es
importante que experimenten también por su cuenta, que investiguen, se caigan,
que vean que no hay que vivir con miedo. Es por ello que la sobreprotección
hacia los hijos favorece la aparición de ansiedad. Al igual que otras actitudes
como el conformismo, la impaciencia o la excesiva perfección, promueven que el niño en futuras situaciones no se vea
capaz de afrontar las dificultades por si mismo.
¿Qué señales podrían indicar que
el/la niño/a sufre ansiedad?
- Temor a encontrarse solo (no quiere ir al colegio o a dormir a la cama).
- Llora con frecuencia o se encuentra triste.
- Se muerde las uñas, le sudan las manos o mueve las piernas y manos.
- Le suele doler el estómago o la cabeza.
- Se encuentra irritable o tiene rabietas.
- Tiene dificultades para concentrarse
- Es muy perfeccionista en sus tareas y se preocupa en exceso.
- Se asusta con facilidad.
- Duda mucho, es muy indeciso.
- Le causa mucha vergüenza o especial reparo relacionarse con los demás.
- Se levanta con sobresalto y tiene muchas pesadillas.
- Necesita ir acompañado a cualquier sitio.
- Renuncia a realizar actividades que le gustaban.
¿Cómo actuar ante la sospecha de
ansiedad en el menor?
Es importante
contactar cuanto antes con un profesional de la psicología que posea
conocimientos acerca del tratamiento de la ansiedad, para que pueda trabajar
tanto con los padres como con el niño en pautas y estrategias para afrontar su malestar.
En el caso de
los padres, las estrategias se enfocarán a la hora de indicar qué frases y
actitudes favorecen una mejor respuesta del niño en el entorno. Además, lo
importante es que los padres sepan proporcionarle al niño varias opciones de
respuesta para que pueda aprender de sus errores y de sus acciones. En el niño,
el trabajo fundamental será en su autoestima, su autoconcepto y sus habilidades
sociales. No obstante, éste es un trabajo que no sólo recae en el profesional, sino
también dependerá de la colaboración de los más allegados.
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