“Los/as niños/as mayores no lloran”, “No
llores que estas feo/a”, “Los hombres no lloran”, “No es nada, no llores por
eso”, “No te enfades”, "Si tampoco es para tanto", “Big girls don’t cry”, “El que sonríe en lugar de
enfurecerse es siempre el más fuerte” (Proverbio chino)…
Escuchando las frases anteriores, parece que al final tengamos que pedir
perdón por sentir, porque mostrarse tal y como nos sentimos será sinónimo de inferioridad. ¿Tú que opinas?
Me da la sensación de que en nuestra sociedad acciones como
llorar o enfadarse están mal vistas. Son clasificadas como “negativas”, pero lo
que no sabemos es que privarnos de ellas es privar una parte de nosotros.
Sentir la necesidad de expresar
las emociones y no hacerlo, es poner el freno a un coche que va a 200 por hora,
y esto tiene sus consecuencias... explotar como una olla a presión. No solo
ocurre con la tristeza o la ira, en ocasiones, ocurre incluso con la alegría.
Hay personas que llegan a pensar que “no se merecen estar bien”, y cualquier
atisbo de alegría lo ocultan, por el miedo a ilusionarse… Y esto, como no,
provoca un gran malestar interno.
A consulta llegan muchas personas
que les avergüenza llorar delante de los demás por miedo a mostrarse débiles o
incluso para que las otras personas no se preocupen. Pero lo que no saben es
que aguantarse no es sinónimo de fuerza. Somos humanos, y el llanto es una
forma de liberación.
Que nadie te convenza de que
llorar y/o enfadarse no sirven de nada. Ya que son parte de un proceso, que bien
puede ser un duelo, un conflicto interno o externo no resuelto, una situación
delicada, o simplemente, tan sencillo como que nos han o nos hemos hecho daño.
Las personas somos emociones y es
importante expresar para poder pasar ese proceso de forma sana. La escritora
Concepción Arenal (1820) ya decía que “el
llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no se pueden decir con
palabras”. Porque cuando no te permites soltar, es cuando ese sentimiento se
puede transformar en tu peor enemigo: una emoción tóxica.
Parece que se cree que los
psicólogos pretendamos que las personas vivan en un mundo “Happy Flower” con
frases motivantes, expresando solo las emociones positivas, todos sonriendo, contentos
y corazoncitos que salen de los ojos (“Positivismo: ¿Don’t worry be happy?”)… Pero
no, somos realistas, y sabemos que las personas que buscan terapia lo que
quieren es sentirse escuchados, entendidos y acompañados en su proceso, y no quieren oír las frases del principio que, tal vez, han estado escuchando toda su
vida.
No podemos evitar sentir lo que
sentimos cuando algo nos sucede, así que no te "obligues" a sentirte bien machacándote con frases como "debería estar bien" o "no tendría que quejarme". No
hay que auto-engañarse de lo que uno siente. Aunque pintemos la mierda de rosa,
mierda va a ser. No hay que disfrazarlo. La aceptación de una enfermedad, un
conflicto sin resolver, la pérdida de algo o de alguien… Son procesos que no
hay que ocultar ni disfrazar con sonrisas, sino que hay que aprender poco a poco a aceptar, y esto requiere de tiempo.
¡Tenemos
nuestro derecho a expresar los sentimientos! No nos transformemos en robots que
ni sienten ni padecen.
De modo que, hoy grito a los
cuatro vientos: ¡No pidas perdón por llorar! Llora, llora porque te da la gana,
llora porque sientes y estás vivo/a. Siente como nunca y no te escondas. No te dejes llevar por los sentimientos, simplemente siente, que estás en tu derecho y puedes.
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