Cuando tenemos
un problema tenemos la sensación como si de repente nos soltaran en un laberinto.
"¿Cómo he llegado hasta aquí?".
Sabemos lo que queremos: salir de ahí. Pero no sabemos cómo. Cuando estamos así
recurrimos a los más cercanos: la pareja, la familia, l@s amig@s, etc.
“¿A quien
sino? Ellos son los que me conocen bien”.
Ellos siempre están ahí para animarte, pero
cuando el problema es “chungo” y las típicas frases de “tranquilo, ya lo
solucionarás”, “saldrás de esta, todo a su tiempo”, “tú no te preocupes” o
“alegra esa cara, no es para tanto” y tu piensas:
“¿Qué? Para mi
es importante, y no es tan sencillo como parece”.
Los más
allegados que quieren tu bien siempre van a estar ahí, sólo intentan ayudarte, pero tampoco saben
cómo, y tu sigues ahí en tu laberinto, luchando entre tanta pared y
encontrándote a cada paso callejones sin salida. Sientes miedo, miedo de perder a los que te rodean y de perderte a ti mismo/a...
“¿Qué hago?”.
Pasan los
días, los meses… incluso pueden llegar a pasar años. Ya te has acostumbrado a
ese laberinto, ya te conoces las paredes, de echo ya te parecen hasta iguales,
aunque no lo sean, y actúas de la misma forma frente a todas.
“Es que ya… es
costumbre, es mi día a día… un hábito. Resulta tan frustrante seguir ahí
estancado… pero, ¿qué hago?”
Es cuando
llegas a pensar incluso que tu vida es así, no tiene más remedio, que tú eres
así, que te lo mereces, o que ya no se puede hacer nada... Y ves como cada vez
te sientes más y más pequeño/a dentro de
ese laberinto… Pero de repente te dicen que un profesional experto en
laberintos te puede ayudar a salir de ahí.
“¿Qué? ¿Un
profesional? No creo que me pueda ayudar, esto ya es así, además, qué me va a
decir él que yo no sepa ya de mi laberinto si yo ya me conozco cada palmo de
pared”
Pero piensas
que por probar no se pierde nada, y vas a verlo. Le dices que bueno, que eso es
lo que hay, que es tu pan de cada día y que estas hasta los mismísimos y a la
expectativa porque ya no sabes qué hacer. Sorprendentemente para ti, el
profesional en laberintos no te dice la solución en la primera cita.
“¿Por qué? ¿Tan
profesional que es y no me sabe decir por dónde he de salir?”
Te explica que
cada laberinto es un mundo y que poco a poco y a través de tus descripciones
puede llegar a conocer el tuyo y darte las pautas oportunas para que salgas de
ahí. Pero se necesita de tiempo, no es fácil llegar a conocer tu laberinto ni
tampoco llegar a dominarlo.
“Pero ufff, entonces,
esto no es tan fácil como pensaba, es importante trabajar duro, ser constante y
practicar las estrategias. Parecen deberes de niños, pero si eso es lo que
tengo que hacer para salir de ese maldito laberinto pues se hace…”
Van pasando
las semanas, y quieras o no el profesional te va guiando en tu camino y vas
viendo tu laberinto mucho más claro, mucho más definido, las paredes ya no son
tan estrechas ni tan iguales, y tampoco te aprisionan, pasas por los pasillos sintiendo que sabes lo
que haces y sabes a dónde vas, pero lo mejor de todo, sabes cómo hacerlo.
¿Y tu? ¿Te encuentras en un laberinto?
Más metáforas:
¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha hecho reflexionar este post? Puedes seguirme en Twitter: @psicologaribes, Facebook: "Psicóloga Raquel Ribes", o en Google + y estarás al corriente de todas las actualizaciones. Para cualquier duda estoy on-line y de forma física en la red de psicólogos en Gandia (Valencia, España). ¡Feliz día! :)
Gracias saludos
ResponderEliminarGracias a ti por leerme Leonardo. Saludos!
Eliminar